Decíamos dos cosas. Ese desprecio a las instituciones es la primera. Y la segunda es que día tras día, sesión parlamentaria tras sesión parlamentaria, declaración tras declaración, vemos en todo su esplendor y en pantalla gigante la absoluta falta de contenido, proyectos y propuestas para la mejora del país que anida en las cabezas de los dirigentes de Génova. Y sus filiales autonómicas, si a eso vamos, cogidos por el cuello por los franquistas y reaccionarios de Vox, qué me dicen de la aberración en torno a la Memoria Histórica. Oír hablar a Feijóo de política exterior, su papelón con Palestina fue de hacérselo mirar, es todo un espectáculo de variedades. Pero sumen al jolgorio a la indocumentada presidenta madrileña, Isabel Díaz-Ayuso, tan ocupada con sus cosas inmobiliarias y fiscales, que si no habla se muere, diciendo de aquella manera -no llega a más, pobrecita- lo contrario que su jefe nominal, que ella sólo obedece a Miguel Ángel Rodríguez y, si menester fuera, al gran líder José María Aznar, el mentiroso. ¡Qué sabrá esta indocumentada de geopolítica como para atreverse a hacer la cuñada -claro que también hay cuñadas- en mitad de una gigantesca amenaza de guerra global!