7 jul 2024 Nicolás Ribas Eivissa
La gorgonia roja (Paramuricea clavata) es una de las especies más amenazadas por el aumento de las temperaturas del mar. Las poblaciones que están en Eivissa y Cabrera se están viendo muy afectadas por ello, lo cual provoca que no puedan vivir en aguas poco profundas, según apunta el Informe Mar Balear. Los fondos coralígenos son importantes porque en ellos se encuentra el hábitat de muchas especies tanto para refugiarse como para alimentarse. “Protegen la costa de la erosión de las olas. Además, son grandes indicadores del cambio climático porque les afecta gravemente el cambio de temperatura”, afirma Sandra Espeja, coordinadora del Programa de Ciencia Ciudadana en la Fundación Marilles.
También se ve afectado el coral bambú (Isidella elongata), que vive a más de un kilómetro de profundidad, y se encuentra en grave peligro de extinción. Esta especie prolifera, sobre todo, en las zonas sin pesca de arrastre. De hecho, entre las principales amenazas a las que se exponen los hábitats coralígenos, cabe destacar también la pesca artesanal (trasmallo y palangre de fondo); la proliferación de las algas invasoras; los fondeos, las actividades recreativas de buceo y la eutrofización (un fenómeno que se produce cuando un ecosistema acuático recibe un aporte muy elevado de nutrientes inorgánicos, principalmente nitrógeno y fósforo).
Las poblaciones de coral, además, sufren el impacto y las consecuencias de la explotación en determinadas zonas costeras, la presión turística -especialmente entre junio y septiembre- o la pesca furtiva. Entre las especies más afectadas por episodios de mortalidad masiva en el Mediterráneo, el presidente de la Fundación Blue Life, Óscar Caro, recuerda que en el caso de las poblaciones de coral, la gorgonia roja se encuentra sobre fondos rocosos o coralígenos y puede llegar a los 130 centímetros de altura en el equivalente a 100 años de edad. En cuanto a la gorgonia blanca, que se encuentra en una situación igualmente delicada, alcanza los 55 centímetros.
El Mar Mediterráneo se está calentando más rápido que el resto del océano, con un aumento de las temperaturas de más de dos grados centígrados, según los científicos. Este calentamiento tiene “múltiples efectos para los organismos marinos, los hábitats y el funcionamiento de los ecosistemas”. Hay que señalar varias consecuencias: pérdida de biodiversidad, cambios en el funcionamiento de los ecosistemas, en los ciclos biogeoquímicos y proliferación de especies invasoras.
Esta etapa de ebullición global afecta también la supervivencia de la Posidonia oceanica, que muere cuando el mar registra temperaturas superiores a los 28ºC. Considerada como el pulmón del Mediterráneo –es una de las principales fuentes de oxígeno y de captación de CO2–, es uno de los organismos vivos más grandes y longevos del mundo. En las Pitiüses, con una extensión de cerca de ocho kilómetros de largo y unos 100.000 años de antigüedad, la planta marina se sitúa en el interior de una pradera que se extiende unos 700 kilómetros cuadrados desde la zona de Es Freus, en Formentera, hasta la playa de ses Salines, en Eivissa, dentro del Parque Natural.
Esta impresionante riqueza para la biodiversidad fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1999. No solo es la responsable de las aguas limpias y cristalinas de las Balears: también actúa como una ‘muralla’ para evitar la erosión de la costa, especialmente, de las playas. Algunos estudios apuntan, sin embargo, que esta planta podría extinguirse funcionalmente a mediados de este siglo. Se perderían, entre otros beneficios, la protección de las costas, la transparencia de las aguas y el incremento de la biodiversidad asociada a estos ecosistemas. Además de ser una gran fuente de oxígeno, la posidonia es un sumidero muy importante de carbono, pues absorbe el 7% de las emisiones del archipiélago balear.
Las praderas de posidonia, cuyo hábitat se encuentra hasta a 40 metros de profundidad de la superficie del mar, están en un “proceso de recesión alarmante” en todo el Mediterráneo, pese a todos los esfuerzos que se han hecho tanto en el ámbito europeo como en el autonómico y estatal, destaca el Informe Mar Balear. A escala europea, cabe destacar la inclusión de las praderas de posidonia como hábitat prioritario. El objetivo global es contribuir “a garantizar la biodiversidad mediante la conservación de los hábitats naturales y de la fauna y flora silvestres en el territorio europeo”. Como en los anteriores casos, hay amenazas compartidas. La posidonia se ve afectada por las obras marítimas, la contaminación del agua, la eutrofización, el progresivo embarrado de los fondos litorales, la regeneración y la implantación artificial de playas, la gestión incorrecta en la limpieza de las playas, el fondeo masivo e incontrolado de embarcaciones de recreo y el cambio climático.
La posidonia es importante para la producción de arena
Las Illes Balears son la comunidad autónoma con mayor superficie de praderas de Posidonia oceanica, concretamente, el 50% del total inventariado en España. Además de los beneficios mencionados que aporta, las praderas de posidonia son importantes productores de arena. En Mallorca, el 67% de los sedimentos litorales son de origen biológico, y las praderas tienen un papel fundamental en esta producción de arena biogénica y en la protección del litoral. La hojarasca que se acumula en las playas durante el otoño y el invierno actúa como barrera física que “impide la erosión de las playas, fija en ellas el sedimento y evita que los temporales se lleven la arena mar adentro”. Asimismo, amortiguan la fuerza de las olas, disminuyendo su altura y reduciendo su velocidad.
La crisis climática también puede afectar a la migración y distribución de las comunidades de peces. Hay que tener en cuenta que en las últimas décadas se está produciendo un fenómeno conocido como la “tropicalización” del Mediterráneo debido a la proliferación y establecimiento de especies de origen tropical. Por ejemplo, la macroalga invasora Halimeda incrassata ha colonizado rápidamente hábitats de arena en Balears desde el año 2011 “produciendo cambios en la abundancia y distribución de las especies de peces”.
El Mar Mediterráneo también es una región especialmente vulnerable al aumento de la temperatura global debido a que es un mar semicerrado. A través del estrecho de Gibraltar, se encuentra conectado con la Circulación Meridional de Retorno del Atlántico Norte (conocida también como AMOC, por sus siglas en inglés), el motor atlántico de conducción de calor en el planeta. Los científicos afirman que se ha observado, en toda la cuenca mediterránea, que el aumento de la temperatura superficial del agua está correlacionado con la subida de la temperatura superficial del planeta.
Las tortugas buscan altas temperaturas para poner huevos
En los últimos cuatro años también se ha experimentado un fenómeno nuevo: se han localizado hasta 11 nidos de tortuga boba o común en las playas del mar balear. Fue durante la madrugada del 24 al 25 de julio de 2019 cuando por primera vez se detectó un ejemplar de tortuga boba poniendo huevos. Ocurrió en Platja d’en Bossa, en el sureste de la isla de Eivissa, donde se encontraron 58 huevos. Al día siguiente, otra tortuga puso 102 huevos en la playa de Es Cavallet, en el Parc Natural de ses Salines d’Eivissa i Formentera.
Un fenómeno que se explica también por el aumento de las temperaturas. Un factor importante para las tortugas marinas -que no regulan sus temperaturas corporales por sí solas- es precisamente la temperatura en que se encuentra la arena en la que ponen los huevos. Por encima de los 28 grados y medio, nacen hembras. Por debajo, machos. Para ellas, las playas del Mediterráneo son, en general, todavía frías. “Si nacen muchas más hembras que machos se desequilibra la población”, explica Marta Muñoz, veterinaria de la Fundación Oceanogràfic de València. Las tortugas marinas también se ven afectadas por el enmallamiento en plásticos o artes de pesca fantasma, según los datos de la Fundació Palma Aquarium, recogidos en el Informe Mar Balear (...)
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