9 jul 2024
La capital compite con otras ciudades europeas por seducir a los turistas con gran poder adquisitivo. Los expertos consideran que este modelo es "suicida" y puede provocar la "marginalización" de las clases trabajadoras.
Los expertos definen la gentrificación como el proceso de sustitución de los vecinos tradicionales por una población más pudiente y adinerada. El fenómeno se agudiza con la llegada masiva de turistas al meollo de las grandes ciudades. La Comunidad de Madrid ha recibido entre enero y mayo 3,59 millones de visitantes extranjeros, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Los vecinos han explotado y su hartazgo gira principalmente en torno a dos motivos: los pisos turísticos y los "ingentes" niveles de ruido –tanto durante el día, como por las noches–. Ayuso y Almeida, mientras tanto, sacan pecho del modelo económico de la capital y presumen de colar Madrid en los rankings de mejores destinos del país.
"El turismo de masas ha convertido el centro de las ciudades en una especie de teatro. La colonización de los espacios va implícita. Los edificios se han llenado de viviendas turísticas y los comercios tradicionales son ahora tiendas de souvenirs. Las administraciones tratan de exprimir el potencial de los barrios para venderlos como objeto de consumo. Los vecinos de toda la vida pasan a ser actores de ese teatro –pero sin recibir nada a cambio–", explica Filka Sekulova, investigadora del Laboratorio de Transformación Urbana y Cambio Global (TURBA Lab) de la Universitat Oberta de Catalunya.
Los grupos de viajeros que entran y salen con maleta en mano son recurrentes en los edificios de Malasaña, Chueca, Lavapiés o La Latina. Las dinámicas que embeben este modelo turístico no solo motivan los desplazamientos que tienen que ver con la vivienda, sino también con el consumo. El comercio de proximidad ha tenido que bajar la persiana ante la imposibilidad de pagar rentas "estratosféricas" y los locales se adaptan por completo a las necesidades de los turistas. Las fuentes consultadas por Público subrayan las implicaciones que esto puede tener para la "marginalización" de las clases trabajadoras.
Madrid, Barcelona, Mallorca, Venecia o Ámsterdam compiten por seducir a los turistas con gran poder adquisitivo. Ernest Cañada, coordinador del centro de investigación y comunicación sobre la turistificación global Alba Sud, reconoce que las tensiones geopolíticas, la crisis climática y los problemas con la cadena de suministros llenan de "incertidumbre" un modelo turístico que quedó en evidencia durante la pandemia. "La estrategia de transformar las ciudades para competir por un mercado más exclusivo y reducido es completamente suicida. No existen tantos turistas ricos", señala.
"Este modelo económico nos desplaza de las ciudades. El encarecimiento de la vivienda, las aglomeraciones del transporte público y el deterioro ambiental cristalizan en la idea de que nos están expulsando. El problema es que tampoco está claro hacia donde moverse, porque todos los barrios caminan en la misma dirección", continúa el también profesor en la Universitat de les Illes Balears. Los apartamentos turísticos y los hoteles empiezan a florecer también en la periferia madrileña. Villaverde, Pueblo Nuevo, Vistalegre, Vallecas e incluso Getafe o Móstoles acogen cada vez a más excursionistas.
Madrid, una ciudad segmentada
Los fondos de inversión encontraron tras la crisis del ladrillo un nicho de rentabilidad financiera en la compraventa de vivienda. Los alquileres vacacionales se han disparado en todo el país, especialmente en las grandes ciudades. El distrito Centro de Madrid alberga 8.363 viviendas turísticas, lo que supone un 10% del parque inmobiliario total, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) y la plataforma Airbnb. "Esto es una cuestión inherentemente política. Las administraciones se alinean con el capital rentista para convertir nuestros barrios en parques temáticos. La solución no pasa por señalar a los turistas de manera individual, sino a las grandes estructuras financieras", denuncia Lucas Vaquero, portavoz del Sindicato de Inquilinas de Madrid.
"La gentrificación ha provocado una remodelación casi plena del centro de la ciudad. El fenómeno ha alterado tanto el parque habitacional como el mapa de los establecimientos comerciales. Madrid es una ciudad completamente segmentada", recuerda Carmen Mínguez, profesora de Geografía en la Universidad Complutense. La fragmentación de la capital resulta evidente: Malasaña queda relegado a lo hipster, Chueca crece al sol del colectivo LGTBI+ y Lavapiés representa lo étnico. Los turistas visitan Usera en busca de locales asiáticos y relacionan el barrio de las Letras con el mundo cultural.
Madrid centra sus esfuerzos en potenciar la centralidad de los barrios mejor ubicados para llamar la atención de los fondos de inversión. El catálogo ofrece "exactamente" lo que buscan los turistas: alojamientos céntricos y con buenas conexiones. "El problema no son los [malos] comportamientos de la gente, sino un modelo de desarrollo económico al servicio de las grandes empresas. Las administraciones promocionan este modelo y los empresarios aprietan para que el sector público deje a un lado los discursos de sostenibilidad y apueste sin titubeos por el turismo", señala Ernest Cañada.
La capital no solo recibe a grupos de turistas extranjeros que llegan con ganas de tapear por el centro y sacarse una foto frente al Santiago Bernabeu. "La gente viene muchas veces de la propia comunidad o de las provincias cercanas con la idea de pasar un fin de semana. El centro se ha convertido en una zona de ocio para las familias del área metropolitana. Los visitantes demandan locales de cosas efímeras y con una alta capacidad de cambio. El resultado es una modificación de la oferta y del paisaje del barrio", precisa Carmen Mínguez. Los comerciantes ponen el foco en contentar a los turistas –concretamente, los que residen en pisos turísticos– y ofertan unos servicios que la gente residente no necesita ni consume.
La eclosión de un modelo que hace aguas
El 35,5% de la población española no pudo irse de vacaciones ni una semana en 2022, según datos de la Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística. La cifra se mantiene prácticamente estable desde hace seis años. "La gente que apoya este modelo dice que no tiene sentido protestar porque todos somos turistas. Lo que esconde este argumento es la voluntad de deslegitimar nuestras reivindicaciones desde una perspectiva totalmente elitista", destaca el profesor Ernest Cañada.
Canarias, Barcelona, Málaga y Cádiz han salido en los últimos meses a la calle para manifestarse contra la gentrificación y el turismo de masas. "Las protestas tienen todo el sentido del mundo porque las familias vulnerables están sufriendo un proceso de alienación y están siendo expulsadas de sus barrios. Este modelo turístico está destrozando la textura social de las ciudades", lamenta Filka Sekulova. Las fuentes consultadas por este diario creen que Canarias abrió un "ciclo de protestas" que apela tanto a los movimientos vinculados con el turismo como a los sindicatos de inquilinas, los colectivos ecologistas y cientos de vecinos a título particular. "Esto es transversal y seguirá creciendo después del verano", sentencian.
- ...................
- PERROFLAUTAS DEL MUNDO: CTXT. 347 niños contra la ultraderecha. Quizá la democracia le acabe poniendo una placa a los menores que consiguieron sacar a los ultras de los gobiernos. Por Gerardo Tecé
No hay comentarios:
Publicar un comentario