(Texto publicado en 02 diciembre 2009 por campilloje.blogspot.com/ Su punto de vista... interesante punto de vista. PAQUITA)
Aminetu Haidar ha entrado en el día 17 de la huelga de hambre que mantiene en el aeropuerto de Lanzarote. Como todo el mundo sabe, llegó allí cuando fue expulsada de El Aaiún, a donde regresaba después de un viaje que realizó a los Estados Unidos para recoger un prestigioso premio por su labor infatigable a favor de los derechos humanos. Las autoridades marroquíes le requisaron su pasaporte, así que entró en territorio español sin la documentación precisa. Existen pruebas de connivencia entre los gobiernos de Marruecos y de España para facilitar la expulsión de Aminetu. Aquí radica la base ética que sustenta la actitud de Aminetu. Pero no todo es tan sencillo.
En este momento, Aminetu reclama la devolución de su pasaporte y no acepta ninguna de las opciones que le ofrece el gobierno español. Y no las acepta porque, de alguna manera, siente que todas ellas lesionan sus derechos más básicos. Sin embargo, su pasaporte está en manos de las autoridades marroquíes que –no lo olvidemos- no tienen que soportar en ningún momento la presión de unos medios de comunicación libres y de una opinión pública sensible a las violaciones de los derechos humanos.
Moratinos –una vez más- ha creado un carajal donde no tenía que haberlo habido, pero, el problema está ahora ahí y su solución no depende del gobierno español. Este punto es de capital importancia. No discuto las razones que argumenta Aminetu ¡ni muchísimo menos! Sólo quiero hacer hincapié en ese punto fundamental: Aminetu exige una respuesta por parte del gobierno español... que sólo puede dar el gobierno marroquí.
Esta situación debiera hacer reconsiderar la actitud que mantiene Aminetu, porque a partir de este momento, su salud comenzará a sufrir daños que pueden ser irreversibles. Ayer mismo, el presidente Zapatero anunció que ha solicitado la intervención del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon y ha declarado que “esperamos, de la manera más rápida posible, una respuesta de las autoridades marroquíes”. Mientras llega esa respuesta, Aminetu debe valorar los esfuerzos que están desplegando las autoridades españolas y encontrar nuevas vías para reclamar sus derechos sin poner en peligro de manera inútil su propia vida.
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