julio 16, 2009

La Engañadora: Kerala

(Publicado por Kerala en su blog "Contando Cubanos" el viernes 6 de marzo de 2009 Etiqueta: Mentiritas. Lema: "Allí, con vales para la tienda, el cuerpo doblado con el sol a cuestas todo el día, uno llevaba metido dentro el oído para las cosas que pudieron haber sido y no fueron" (Onelio Jorge Cardoso)
Autodescripción: "a Kerala le obsesionan las palabras. De ellas se alimenta, porque ´Pensar a solas, duele´. Escribe por los fantasmas insomnes. Susurran colgados de los pies, en el árbol de su ventana y responde a sus preguntas en un delirio confuso de idas y venidas a la isla de Cuba". PAQUITA) contandocubanos.blogspot.com/

Dedicatoria de la autora: "Va por Fran: mi ejercicio de recuerdos".-
Novié, cinco años, con un muchacho que vivía en la Habana Vieja, para mí fue un descubrimiento la vida social y los universos nocturnos abiertos sin discriminación para cualquier día de la semana. En ese tiempo, conocí a una pareja de mulatos, ella vestía ropita provocadora con sello de extranjería y él era carnicero de por allá. Repudiaba a la muchacha porque besaba a mi novio, con esa boca abierta de pez limpiando pecera, lo cual a todas luces era una provocación. El nunca me dijo nada, hasta un día.
Fuimos de visita al departamento del carnicero y la mulata. En un sofá ella bebía de una lata de cerveza, apoltronada sobre las piernas de un "medio tiempo" español. Aquel hombre la visitaba por temporadas, quería casarse con ella y delante de todos venía a formalizar el compromiso y hacerlo público, delante de su hermano. El carnicero se disfrazaba de hermanito, frente al proveedor y todos los allí presentes, sabían de las condiciones del espectáculo y cerveza en mano, brindaban por la mentira. Nunca se me olvida la lástima que sentí, por aquel pobre hombre, importaría una carga familiar, una sabandija dispuesta a hacerle más y peor. Esa tarde, sufrí una bronca mayúscula porque mi novio no quería perderse la oportunidad de la lata. Cuando fui a la Habana por la hospitalización de mi papá, supe que ella se estableció en España, viene a Cuba a veces y se acuesta con el carnicero, huyendo del filete que le paga los traslados.

En la multitud de años que entré con frecuencia y salí de Cuba por mi trabajo, vi de todo en el aeropuerto. Dos hombres con una mujer, abrazados. El extranjero despidiéndose y el cubano "familiar de la novia", tocándole una nalga. Vi lágrimas de cebolla, que eran enjugadas por una carcajada rotunda, después que la víctima pasaba Migración. Vi mujeres jóvenes besando a candidatos, envejecidos. Vi hombres y mujeres viajando con sus respectivos cónyuges, de esos que en sus países de origen nadie los voltea a mirar.

Cerca de la casa de mis padres, vive una mujer trentipicona con su madre, su hijo y el marido. Una vez al mes la visita un mexicano de por Coahuila, un hombre mayor. Llega con su sombrero y la hebilla es un espejo a la altura del ombligo. Cuando él llega, el marido de ella se va y se lleva al hijo, en esa semana viven en casa de una hermana. Un primo amigo le ha preguntado en más de una ocasión: ¿Cómo te puedes meter a ese? La respuesta es la misma: Mi marido lo entiende, mi hijo está mejor y yo pienso en otra cosa, grito y ya. La casa de esta familia se cae a pedazos, pero tienen DVD, aire acondicionado y siempre lo último en telenovelas mexicanas. El techo se lo achacan al gobierno, los espejitos adquiridos lo usan para la efímera vanidad.

Uno ve mucho en Cuba y nada justifica la prostitución, la bajeza y el engaño. Si alguien se queja de hijos sin zapatos o del precio del pañal no olvide que toda la vida hemos carecido de eso y no todas las familias tienen una puta, para llenarse de bienes y trapitos en exhibición.


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