julio 14, 2009

Naciones (44.6) Unidas, sí. G-8, no: Federico Mayor Zaragoza

(Copiado gracias al enlace que en su página tiene el pobrecito veedor -Pierre Miró-. PAQUITA)
www.attacmadrid.org/d/11/090710134127.php
Federico Mayor Zaragoza, Comité de apoyo de Attac

Ya no hay excusas para permanecer callados. El tiempo del silencio ha concluido. El poder ciudadano, bien utilizado, podrá ahora expresarse sin cortapisas y no admitir pasivamente lo inadmisible.

El Golpe de Estado de Honduras se habría resuelto rápidamente con unas Naciones Unidas fuertes, capaces de cumplir rápida y eficazmente la misión que les encomienda la Carta. Y no habrían tenido lugar el drama de Darfur, ni las invasiones de Kosovo e Irak, ni la situación inhumana desde hace varios años en la Somalia de los “señores de la guerra”, ni los genocidios de Ruanda o Cambodia,… por poner sólo algunos ejemplos de acontecimientos que no habrían tenido lugar o se habrían resuelto por la Organización Mundial que, en nombre de “los pueblos” del mundo tiene el encargo de “evitar el horror de la guerra”.

Pero pronto los Estados más poderosos cambiaron las ayudas por préstamos, la cooperación por explotación, los principios democráticos –tan bien establecidos en la Constitución de la UNESCO- por las leyes del mercado, la justicia a escala global que sólo podía impartir una institución “democrática” por la discrecionalidad de un grupo de “plutócratas”, de los más ricos, que fueron 7 al principio, luego 8, ó 20… ¿Qué más da?. Fueron ellos los grandes impulsores de la “globalización”, de la “economía de mercado” (en el mes de mayo de 1996, en el apogeo globalizador llegó a pensarse en la conveniencia de establecer la “democracia de mercado” y la “sociedad de mercado”!), de la privatización a ultranza, transfiriendo a grandes corporaciones multinacionales no sólo recursos sino, lo que es especialmente grave, responsabilidades políticas. Y utilizaron el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) (“de la reconstrucción y el desarrollo”, hay que recordarlo a los olvidadizos) como simples instrumentos de sus ambiciones. Todavía hicieron más para debilitar a las Naciones Unidas: situaron a la Organización Mundial del Comercio (OMC) directamente fuera de su ámbito…

El fracaso del sistema que promovían ha sido estruendoso, como lo acreditan las múltiples crisis –financiera, medio ambiental, alimenticia, democrática, ética- que vivimos, y debidas, en palabras del Presidente Obama, a su “codicia e irresponsabilidad”.

No se trata ahora de unos cuantos cambios –como el “rescate” de los mismos que condujeron a la crisis –si no de un cambio de época, como he escrito hace unos días. Se trata de disolver los “grupos” de los más prósperos y fortalecer la Organización de todos los pueblos. De renovar las funciones originales del FMI y BM, de situar la OMC en el seno de las Naciones Unidas, con una Asamblea General integrada por Estados, pero también con representantes de la sociedad civil (como sucede en la OIT, Organización Internacional del Trabajo, “reliquia” de la Sociedad de Naciones creada por el Presidente Woodrow Wilson).

Se trata de sustituir una economía de guerra (3.000 millones de dólares al día en armas, al tiempo que mueren de hambre cada día más de 60.000 personas…) por una economía de desarrollo global, para lograr que todos “sean” -lo contrario del G.8- es la mejor manera de construir la paz.

De la fuerza a la palabra
De súbditos a ciudadanos. De espectadores a actores que participan y se comprometen con su comportamiento cotidiano a la gran transición desde una cultura secular de imposición, violencia y guerra a una cultura de diálogo, conciliación, alianza y paz.
Estos son los elementos fundamentales para hacer posible el cambio radical que es exigible: conocimiento de la realidad a escala global, lo que permite comparar –una de las principales bases éticas- para apreciar lo que tenemos y conocer nuestras carencias y las de los demás; progresivo porcentaje de mujeres en la toma de decisiones (no llega al 7% en la sociedad actual, todavía con un gran predominio de poder masculino); y capacidad de participación no presencial, por primera vez en la historia, gracias a las modernas tecnologías de la comunicación (SMS, Internet).

Ya no hay excusas para permanecer callados. El tiempo del silencio ha concluido. El poder ciudadano, bien utilizado, podrá ahora expresarse sin cortapisas y no admitir pasivamente lo inadmisible.

De la fuerza a la palabra.
De la insoportable levedad –parafraseando a Kundera- de muchas democracias actuales a democracias con amplia y constante implicación ciudadana.

De la plutocracia representada por los G7, G8, G20… al multilateralismo eficiente, con el Sistema de las Naciones Unidas refundadas a escala mundial.
Los diagnósticos ya están hechos en la mayor parte de los casos. Ahora es tiempo de acción.

Es tiempo de resituar la justicia social y los Derechos Humanos en el centro de las políticas económicas del que fueron erróneamente desplazados por las leyes del mercado, con el lamentable resultado que las crisis actuales –financiera, medioambiental, alimenticia, democrática, ética- reflejan.
Es tiempo de transitar urgentemente desde una economía de guerra (3.000.000 de dólares al día, mientras mueren 60.000 personas de hambre) a una economía de desarrollo sostenible global (energías renovables, alimentos, agua, salud, vivienda).
Es, en suma, el momento, que no debemos desaprovechar, de un nuevo comienzo.


2 comentarios:

Jobove - Reus dijo...

gracias por tu comentario en el blog de Trucadors (Aldabas), si tienes fotografias de aldabas y nos las quiere mandar ya sabes agradecidos

un abrazo
desde Reus

Trucadors

Baco dijo...

Paquita: me refugio en las montañas. Un beso.