Braulio Calleja | Bez.es | 31/07/2017 http://iniciativadebate.net/2017/07/31/al-envejecer-los-hombres-lloran-mi-despedida-de-bez-es/
Cuenta el autor francés Jean-Luc Seigle que
“como el periodista y el cámara no tenían permiso para filmar los
combates auténticos, se tomaron la libertad de reconstruirlos, como si
fuera cine. Hoy en día –continúa Seigle- muchos protestan contra eso y
gritan que es un escándalo o una manipulación; pero se equivocan o no
conocen el poder de la literatura. Es la prueba irrefutable de que la
ficción puede decir la verdad que la información oficial se obstina en
ocultar. La ficción no es una mentira, o parafraseando a Cocteau: `es una mentira que dice siempre la verdad´”.
Seigle
construye con su novela “Al envejecer los hombres lloran” un libro
reivindicativo, en el que la literatura no puede estar al margen de la
historia, sin denunciar las mentiras sobre las que se asienta la
sociedad actual. Es también una llamada al periodismo, convertido hoy en
un instrumento para el juego del poder que ya no reside tanto en los
Estados como en los cuarteles generales de las grandes compañías
tecnológicas. ¿Y la verdad? Ya no importa. Un país que aguanta sin la
menor rebeldía la imagen de su presidente del Gobierno testificando en un juicio de corrupción del partido político que preside y lo hace con la complicidad de los medios de comunicación que le jalean sus habilidades de prestidigitador de la mentira, es un país enfermo y sin futuro.
Los medios de comunicación están hoy en el aprisco de las grandes adormideras de la sociedad –Google,
Facebook, Apple, Amazon, Netflix…-, alimentados con alpiste o con
cebada, en función de si tienen inclinación por el vuelo corto o por el
plácido pastueño. Salirse de ese aprisco, renunciar a entrar en él,
lleva a la soledad y al olvido. Y, lo que es peor, a ser incluido en esa
categoría social tan denostada, “los raros”.
Y están
también los alimentadores del circo. Las grandes empresas y los
consorcios bancarios, empeñados en maximizar beneficios, sin prestar la
más mínima atención a los postulados que rigen en sus políticas de
responsabilidad social corporativa. Ese mantra que algunos repiten sin descanso –“Hay que devolver a la sociedad lo que la sociedad nos dio”- no aguanta un asalto.
Un mero repaso a las asignaciones de publicidad y patrocinio, en A y en
B, nos daría pruebas suficientes para comprobar la gran mentira. Prohombres hechos a sí mismos a golpe de talón bancario en diferido.
Hubo un
tiempo en el que ejercer la profesión de periodista era un servicio
público, cuando la información no formaba parte de ningún negocio. Hoy,
los medios van desapareciendo al mismo ritmo al que se incrementan las
noticias redactadas por máquinas. Nos venden que todos seremos más
felices porque la implantación de la inteligencia artificial en los
procesos de producción nos dará más tiempo libre. Un señuelo detrás del
que se esconde el gran negocio del siglo. Solo los necios pueden confiar la felicidad del ciudadano –algunos siguen hablando de la gente- a ese mundo. Mal asunto que la inteligencia se convierta en algo artificial.
[N. de IDP] Cada vez que un buen medio
de comunicación tiene que bajar la persiana nuestra democracia se hace
más y más pequeña mientras el estómago se nos hace un nudo.
Gracias por lo que habéis aportado, y hasta siempre.
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OTRO ASUNTO en Perroflautas del Mundo: La falacia gradualista de Europa, por Yannis Varoufakis
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