Necesitamos
comprender, entender lo que ocurre, no basta con la irritación, mucho
menos necesitamos el miedo (hoy no sé cuántos mensajes y comentarios he
leído con la palabra "miedo"). Mary Douglas, la antropóloga, inició la
teoría cultural del riesgo, donde afirmaba que, cuando se percibe
riesgo, los grupos tienden a agruparse con las normas e instituciones de
la sociedad que, al menos hasta el momento, les protegían y comienzan a
culpabilizar a quienes consideran que atenta
n
contra las reglas y normas en las que han vivido. Quienes desean el
cambio social tienen/tenemos que convivir con que la percepción del
riesgo activa los peores demonios. No se puede reaccionar del mismo
modo, tampoco con el desprecio o el insulto, mucho menos con la
concesión de la mayor. Bajo el miedo es natural que se reaccione con
violencia, al menos con la pequeña forma de violencia que significa
agruparse bajo banderas que prometen la estabilidad. El trabajo que se
necesita es lento y pedagógico. Hay que hacer ver que estamos en el
mismo barco y que todos sufrimos este miedo al futuro, que no queremos
aumentarlo, sino construir barreras contra los tsunamis que nos aquejan.
Contra el miedo del otro hay que emplear el amor. Así, ese que tenemos
escondido para el pueblo. Las reacciones irritadas, como ocurre con los
perros, que huelen el miedo (bueno, huelen la adrenalina, que es lo que
descarga nuestro cuerpo cuanto sufre miedo) se entienden como violencia y
por ello generan más miedo y más violencia. Hay que ser fuertes y no
dejar que el miedo nos domine. No son esa gente que agita banderas que
no nos gustan nuestros enemigos. Los enemigos están detrás y es su miedo
el que agita a esas multitudes.
.............................
No hay comentarios:
Publicar un comentario