Si
la solución para frenar al fascismo que ya está aquí, porque en
realidad nunca se fue, es adoptar como propias de la izquierda las
consignas de la ultraderecha ( dios, patria, rey, a por ellos, hablad
español, los españoles primero, como el vino español ninguno o el cierre
de fronteras)para conseguir el apoyo de las clases descontentas y
desideologizadas diciéndoles lo que quieren oír, entonces todo está
perdido. La izquierda no puede renunciar a sus valores de igualdad, l
ibertad,
solidaridad, derecho de autodeterminación de los pueblos, respeto,
feminismo, ecologismo, justicia social, redistribución de la riqueza, y
defensa de la utopía. Si renunciamos a eso renunciaremos al legado de
los viejos luchadores, de aquellos hombres y mujeres dignos y valientes
que lo dieron todo por un mundo nuevo y más justo para las futuras
generaciones. Si claudicamos y no asumimos la necesaria labor pedagógica
que necesita la sociedad, si optamos por el camino fácil de explicar
una realidad compleja con ideas y pensamientos reduccionistas, entonces
habrán ganado la partida los que siempre la ganan, los que azuzan las
llamas del fascismo para no perder sus privilegios. Más historia, más
filosofía, más educación y pensamiento crítico y menos demagogia, no es
tan difícil. Empecemos ya o será demasiado tarde.
Marisa Peña, Nos queda la palabra.
+ Marisa Peña
El
problema no es sólo que la ultraderecha saque pecho y haga un mitin. El
problema es que entre ellos hay jueces, abogados, policías, militares,
periodistas, grandes empresarios y gente que controla los mecanismos del
poder. Si jugamos con sus reglas del juego nunca ganaremos. El
antifascismo necesita estar articulado y no avergonzarse de sus raíces
ni de su historia.
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