Fernando Broncano R 4/6/21
Encerrado con decenas de trabajos. Estos días de final de curso son siempre una travesía por paisajes emocionales de valles y montañas. Nunca sabes si has acertado o no, si te has hecho entender o no y, sobre todo, si has entendido tú lo que tus alumnos piensan y el mundo en que viven. Estar en la enseñanza es un lugar privilegiado para asomarse a la historia, privilegio que poca gente tiene por su trabajo.
Cada maestro tiene su librillo. A mí me importa sobre todo que sean capaces de poner en práctica los conceptos e iluminar la realidad en que viven. Los trabajos siempre tienen que presentar un caso empírico y un análisis teórico. Si no son capaces de analizar el caso de Rocío Carrasco y mostrar algo relevante sobre la sociedad en la que vivimos, tal vez a lo más que llegarán es a escribir en revistas académicas, quizás de prestigio, pero se perderán la vida y perderán el conocimiento entre tanta información. A pesar de lo tedioso que es corregir, el placer de observar cerebros jóvenes en acción es un honor que uno recibe cada año.
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