Pepe Gutierrez AlvarezDESUBICADOS (ExS) 8/11/21
SEÑORES DE ESCOPETA Y “PERRO”.
De esta manera se le llamaba en Andalucía a los caciques, dejando caer que lo de perro se refería a sus lacayos, personajes que pueblan testimonios como el recogido desde una película tan importante y discutible como “El crimen de Cuenca” (Pilar Miró, España, 1979) que provocó una auténtica crisis en el momento de su estreno ya que el verismo con que describe las torturas sufridas por las víctimas, causó el pánico en el flamante gobierno de Adolfo Suárez y éste la puso en manos de las autoridades militares que la retuvieron durante un año y medio, en tanto que su realizadora sufrió un proceso militar.
Una cosa y otra ponían en evidencia tanto la extrema brutalidad de los estamentos represivos como el peso determinante del Ejército franquista en la España democrática que quería ser un ejemplo de Transición para el mundo.
La película estaba inspirada en una novela de Sender escrita al final de la guerra, narra como allá por 1910, en el pueblo de Osa de la Vega, desaparece un pastor y su familia acusa a sus compañeros Gregorio Valero y León Sánchez de matarle… El juez de instrucción da por sobreseído el sumario por falta de pruebas, pero en 1913, un nuevo juez reaccionario (Fernando Rey) lo reabre y consigue bajo torturas que los detenidos, dos trabajadores “díscolos”, confiesen su culpabilidad.
Ambos son condenados a muerte, pero esta se les conmuta por 18 años de prisión. Después de que uno ya se ha suicidado y el otro ha fallecido, aparece el “muerto” que simplemente se había marchado al pueblo de al lado por un asunto de faldas. Singularmente, la película fue estrenada en el sistema “S”, pero después de todo se convierte en un gran éxito a pesar de que no se trata para nada de una buena película. Lo que si resulta ser es un testimonio de cómo en “la España profunda” se podía destruir cualquier resistencia de los trabajadores, una realidad sobre el anarquismo hispano tuvo un extenso y trágico conocimiento. Una historia que bajo nuevas formas reaparece en la España con sus escopetas y sus perros, así como cuerpos judiciales al servicio de los poderes establecidos.
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