19/3/23
Extraño de mí mismo,
no voy a defender la casa de mi padre
porque mi padre nunca tuvo casa;
cuando murió tampoco exigí herencia,
no había nada que heredar, ni casa,
ni dinero, ni tierra, sólo un nombre.
Pero hoy que entiendo a Aresti y su propósito,
sí puedo defender, como mi hermano,
la voz y la conciencia de mi padre,
—viejo republicano maltratado—,
su deseo de un mundo más decente
y el corazón que tuvo y se rompió un mal día.
A estas alturas sí recuerdo y digo
que quiero preservar casa y herencia,
pero es una casa sin paredes
y una herencia que no firmó un notario.
Me equivoqué al principio:
sí voy a defender la casa de mi padre.
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PERROFLAUTAS DEL MUNDO Polarizados. La Política que nos divide, de Luis Miller. Introd. de Fernando Broncano
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