abril 24, 2023

"Los desposeídos" de Úsula K Le Guin, 1974

 22/3/23

Una larga cita de "Los desposeídos" de Úsula K Le Guin, 1974. Dos planetas y dos civilizaciones: Anarres: una sociedad anarquista, donde hombres y mujeres son iguales. Urras, una sociedad convulsa, dividida en estados, capitalista, patriarcal. Shevek viaja de la primera a la segunda y en un momento dado habla sobre la posibilidad de imaginar Anarres. La novela fue inspirada por el libro de Murray Bookchin "Post-escasez Anarquismo" (1971). (Pensando en el seminario de pasado mañana "Narrativas del futuro"):

Shevek asintió con un movimiento de cabeza. —Ahora, usted, hombre de un mundo que ni siquiera alcanzo a imaginar, usted que ve mi Paraíso como Infierno, ¿quiere que le diga cómo es el mundo mío? Él la miró en silencio, con ojos claros y firmes. —Mi mundo, mi Tierra, es una ruina. Un planeta arruinado por la especie humana. Nos multiplicamos y nos devoramos unos a otros y peleamos hasta que no quedó nada en pie y entonces perecimos. No dominábamos ni nuestros apetitos ni nuestra violencia; no nos adaptamos. Nos destruimos a nosotros mismos. Pero primero destruimos el mundo. Ya no quedan bosques en mi tierra. El aire es gris, el cielo es gris, siempre hace calor. Es habitable, todavía es habitable, pero no como este mundo. Este es un mundo vivo, una armonía. El mío es una discordia. Ustedes los odonianos eligieron un desierto; nosotros los terranos hicimos un desierto... Y allá sobrevivimos, como sobreviven ustedes. ¡Es dura la gente! Ahora somos casi medio billón. En un tiempo fuimos nueve billones. Todavía se pueden ver por doquier las antiguas ciudades. Los huesos y los ladrillos se convierten en polvo, pero las pequeñas panículas de material plástico nunca se pulverizan; tampoco ellas se adaptan. Fracasamos como especie, como especie social.
—Entonces Anarres, la Anarres de que usted me oyó hablar... ¿qué significaría para usted, Keng?
—Nada, Shevek. Perdimos la posibilidad de nuestro propio Anarres siglos atrás, antes que Anarres naciera.
A lo que Shevek responde:
—Ustedes no comprenden lo que es el tiempo —dijo—. Dicen que el pasado se ha ido para siempre, que el futuro no es real, que no hay cambio, que no hay esperanza. Piensan que Anarres es un futuro inalcanzable, así como es inmutable el pasado. Y entonces no les queda más que el presente, ese Urras, el presente rico, real, estable, el momento, el ahora. ¡Y se les ocurre que esto puede poseerse! Lo envidian de algún modo. Piensan que les gustaría tener algo parecido. Pero no es real, ¿entiende? No es estable, no es sólido... nada lo es. Las cosas cambian, cambian... Nadie puede tener nada. Y menos que nada el presente, a menos que se lo acepte junto con el pasado y el futuro. No sólo el pasado, sino también el futuro. ¡No sólo el futuro sino también el pasado! Porque ellos sí son reales: sólo esa realidad hace real el presente. Ustedes no tendrán y ni siquiera comprenderán a Urras a menos que acepten la realidad, la realidad perdurable, de Anarres. Usted tiene razón, nosotros somos la clave. Pero cuando usted lo dijo, no lo creía de verdad. Usted no cree en Anarres. Usted no cree en mí, aunque estoy aquí con usted, en esta sala, en este momento... Mi pueblo tenía razón, y era yo el que estaba equivocado, en esto: nosotros no podemos ir hacia ustedes, pues no lo permitirían. No creen en el cambio, en el azar, en la evolución. Nos destruirían antes que admitir nuestra realidad, ¡antes que admitir que hay alguna esperanza! No podemos ir hacia ustedes. Sólo podemos esperar que ustedes vengan a nosotros.

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