“Antes yo tenía que estar aquí todo el rato, son muchas horas en el campo y lo hacía con gusto, pero es muy cansador. A la hora de comer las dejaba cerradas con un pastor eléctrico, comía a toda prisa y regresaba hasta que caía la noche”. Desde que las cabras están controladas con este sistema de telepastoreo, puede pasar las tardes con sus hijas, incluso estar toda la familia junta. “Nunca podíamos estar los cuatro, solo los fines de semana”. También quiere más tiempo porque aspira a tener su propia quesería en el pueblo Serrada de la Fuente, donde vive. El local está en obras y ahora puede supervisar la reforma (...)