Gerardo Tecé 9/10/2023
Es hora de aceptar que la vida de un palestino no vale nada. Que le parece bien el genocidio que está en marcha. Que unos son nuestros iguales y otros, como dice el ministro de Defensa israelí, unos animales
El mayor drama del conflicto Israel-Palestina es la pérdida de vidas, seguido muy de cerca de la pérdida de la dignidad intelectual. Décadas de masacre internacionalmente tolerada han ido construyendo un cuerpo teórico de difícil digestión. El listado de excusas y argumentos se pone en marcha en teles, diarios, redes sociales y declaraciones institucionales como tanques desfilando en columna hacia Gaza cada vez que Israel despliega su ejército contra civiles. Tan sólo se está defendiendo y tiene derecho a hacerlo, dice el argumento más comprado por millones de espectadores de estómago a prueba de –perdón– bombas. A estos no parece importarles demasiado que, cada año que pasa, el Estado de Israel ocupe más y más zonas sombreadas del mapa de Oriente Próximo reduciendo a Palestina poco a poco a la mínima expresión. Si lo piensan es una forma de defenderse tan curiosa como efectiva. Es indiscutible que, si desaparece Palestina, uno habría conseguido defenderse estupendamente de Palestina. De eso no hay duda. Al tiempo que Israel invade a sangre y fuego, otro de los argumentos estrella aparece cruzándose por el camino: si los palestinos pudieran, eliminarían a los israelíes. Si quieren podemos trasladarlo a la vida doméstica. Métanse en el jardín del vecino de al lado. Cuando éste les reproche la ocupación, córtenle el cuello y quédense con su parcela. En la vida real, lógicamente, acabaría usted en la cárcel. En la escena internacional, los vecinos asienten con la cabeza mientras el portador del cuchillo explica, con las manos manchadas de sangre y los pies posados sobre la finca de su vecino, que sólo se estaba defendiendo.
Es usted un antisionista, es otro de los proyectiles argumentales lanzados a menudo sobre aquellos que se atreven a señalar como algo problemático el hecho de que un poderoso ejército invada tierras y masacre a su población. Es decir, lo que a usted le pasa, por si no lo sabe, no es que le repugne la violencia impune con la que se ha ejecutado la muerte de más de 6.500 palestinos desde 2008. Lo que a usted le pasa es que se opone a la doctrina de Theodor Herlz quien, en el siglo XIX, abogó por la creación de un estado judío. ¿Qué quién es Herlz? No disimule su odio antijudío, ande. Un odio antijudío que, a propósito, no tenía Hitler. No lo digo yo, lo dice el actual primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu. El líder ultraderechista israelí ha introducido un nuevo argumento para uso y disfrute de esos estómagos a los que les cabe lo que les echen, absolviendo a quien acabó con la vida de seis millones de judíos para fabricar un culpable a medida de estos tiempos modernos: quien convenció a Hitler para que exterminara a los judíos fue un musulmán que era, por aquel entonces, padre de la nación Palestina. Entre Nietzsche y el palestino, parece injusto que la historia siga dibujando a Hitler como un mal tipo. Un poco influenciable, en todo caso. La cosa no acaba aquí. Si en mitad de uno de esos bombardeos israelíes de autodefensa que destrozan edificios enteros llenos de civiles, las imágenes de televisión muestran cuerpos sepultados de niños muertos entre los escombros es porque los terroristas palestinos los usan como escudos humanos. Quién puede imaginar antes de bombardear edificio de pisos que dentro de esos pisos en los que viven niños pueda haber niños estratégicamente colocados cada uno en su casa por el terrorismo palestino. Un terrorismo que lo inunda todo en Palestina. Porque, quizá no lo sepan, pero todo palestino es terrorista entendiendo como terrorista a aquel que infunde terror a Israel. Si hay 40 adultos y 15 niños muertos en un edificio bombardeado, 40 eran terroristas y 15, aún sin edad de serlo, eran sus escudos humanos. Y punto.
Mapa histórico de los territorios ocupados (1946-2012). / Palestineawarenesscoalition
El argumentario es insultante para quien tenga cierto aprecio por su dignidad intelectual. Si uno mira los mapas comprobará que la Palestina que pretende eliminar a Israel es cada vez más pequeñita, ya que Israel está eliminando a Palestina. Si uno estudia las cifras se hará un lío para decidir quién es el terrorista, ya que el contador de muertes marca una proporción de 20 a 1. Si uno se respeta a sí mismo no aceptará que le llamen antisionista, antisemita o tantos otros antis que hacen, en este caso sí, de escudo humano ante un genocidio. Es por esto que hay que agradecer que en las últimas horas el ministro de Defensa de Israel haya acabado, por fin, con esta batería de excusas diseñadas para los espectadores más idiotas de esta masacre. Los palestinos, ha dicho el ministro de la democracia más avanzada de la zona, son animales y vamos a tratarlos como lo que son, bombardeando a los dos millones de personas que habitan Gaza, dejándolos sin electricidad ni agua ni comida. Hay que aplaudir que, por una vez, la sinceridad se haya impuesto a la propaganda barata, aunque para ello haya que reconocer que se vulneran los Derechos Humanos y se tira a la basura la Convención de Ginebra que prohíbe acciones contra la población civil.
Es hora de aparcar los argumentos prefabricados y de abrazarse a uno mismo. Aceptar que, para usted, la vida de un palestino no vale nada y sí la de un israelí. Que le parece bien el genocidio que está en marcha. Que esto no va de derechos humanos ni de soberanía de los pueblos, como se empeñan en hacernos creer con la bandera de Ucrania presidiendo un Celta-Getafe por televisión. Que unos son nuestros iguales y otros, como dice el ministro de Defensa israelí, unos animales. La Unión Europea, Premio Nobel de la Paz en 2012, ya ha entrado en este esquema mental de sinceridad al proyectar la bandera de Israel en sus edificios; y parece debatirse entre suspender de forma inmediata la ayuda humanitaria que envía a Palestina tras el terrible atentado perpetrado por Hamás –tesis del comisario húngaro de Ampliación en un mensaje en X (antes Twitter)– o en quedarse quieta por el momento –el comisario de Gestión de Crisis dice que no, que la ayuda no se toca–. Lo hace mientras Israel da un paso más en el genocidio. Quizá el definitivo, ya que se dan las circunstancias. Quizá haya que empezar a mirar con buenos ojos el calentamiento global. Quizá extinguirnos todos sea finalmente lo más oportuno.
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