Guillem Martínez 31/12/2023
Noche polar en Longyearbyen (Noruega).
/ Wikimedia Commons
Si bien los acadios, en el siglo XXIV a.C., fueron los primeros en hablar, y después escribir, sobre una inundación universal con pocos supervivientes, la fascinación absoluta por ese mito, transmitido posteriormente a otros pueblos que poblarían, en el futuro, Mesopotamia, es anterior y aún más antigua. Podría ser un recuerdo anciano, previo a la escritura, tal vez la vivencia de una inundación nunca antes vista en el Éufrates en su violencia y efectividad. O, quizás, la inundación monstruosa, fuera de toda lógica y capacidad de cálculo, de lo que en breve sería el Mar Negro, hacia el 5600 a.C., tras la ruptura de la barrera del Bósforo, que provocó una cascada nunca jamás vista, que anegó, inapelable, amplias zonas de tierra habitada. En Australia hay aborígenes que recuerdan un diluvio también absoluto, una invasión del mar mítica, sin precedentes, y que los geólogos han datado como sucedida, en efecto, si bien hace 13.000 años. Algunos pueblos primitivos en todo el mundo aluden a una suerte de expulsión del paraíso, que algunos antropólogos interpretan como un recuerdo no vivido, transmitido y anterior a nuestra especie. Más precisamente sería la sombra de la sombra del recuerdo de dejar, para siempre jamás, el confort y la seguridad del bosque. Son varios los pueblos indígenas norteamericanos que dicen provenir de un mito, consistente en una suerte de tierra oscura, sin luz, que puede no ser un mito, sino un recuerdo fosilizado de las zonas polares de Asia y sus noches eternas, de miles de kilómetros y días y oscuridad transitada hasta una América verde y luminosa, hace, tal vez, 10.000 años.Si los mitos son, en ocasiones, tan solo recuerdos, existe también la inquietante simetría de que los recuerdos sean, tengan el riesgo de ser, tan solo, mitos. Desconfía de los recuerdos. Tal vez, como los mitos, nunca existieron. O, tal vez, ya son tan antiguos que no son nosotros. Olvida. Es preferible el olvido. Si bien olvidar, ese imposible, tal vez sea el mito más antiguo de todos. No recordar puede ser nada más que un recuerdo. El más antiguo.
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