marzo 01, 2025

La Escuela de la República

Inicio · Material didáctico · Biografías · Exposición · Videoteca · Las Misiones Pedagógicas en el cine · Diarios de Libertad · Exposición: ...

 MAESTRAS POR EL MUNDO, LA ESTELA QUE LA II REPÚBLICA DEJÓ


Entre una monarquía en decadencia y una dictadura salvaje, la II República española floreció entre el 14 de abril de 1931 y el 1 de abril de 1939 (con el cierre formal de la Guerra Civil) como un período democrático en el que toda libertad parecía posible. Sin embargo, más que en el ámbito político fue en las escuelas que aquel proceso concentró las más firmes directrices de su ideario, según explica la historiadora Carmen de la Guardia Herrero, docente del Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad Autónoma de Madrid y directora asociada del programa de estudios graduados de la School of Spanish de Middlebury College en Estados Unidos. Una generación de mujeres que abrazaron el magisterio y que, en sus clases, construyeron no solo una nueva manera de ser ciudadano del mundo sino, además, una renovada manera de ser mujer.

Caótica y contradictoria por momentos, la II República se basaba en la igualdad cívica de la población española; la eliminación de la religión de la vida política; el reconocimiento del matrimonio civil y el divorcio; la elección de todos los cargos públicos sin aristocracias de ninguna clase; y la implementación del sufragio universal (también femenino desde las elecciones de 1933). Estas consideraciones generales tuvieron para las mujeres un sentido revolucionario inédito en España: “Las maestras republicanas, como la mayoría de mujeres modernas, se comprometieron y lucharon de forma radical, y a veces diferente a como lo hicieron sus compañeros varones, por la efectividad de las nuevas leyes. Para ellas el acceso a la ciudadanía civil supuso un cambio personal profundo. Tener la libertad de decidir y de ejecutar esas decisiones que atravesaban lo privado, pero también lo profesional y lo político, fue una experiencia personal nueva y profunda para todas las mujeres”, explica la historiadora De la Guardia Herrero en su libro Las maestras republicanas en el exilio, un volumen que reconstruye la génesis pero también la destrucción y el éxodo de esas pedagogas que desparramaron por el mundo ese ideario. Desde su despacho en la Universidad Autónoma y justo a punto de entrar a impartir una clase a estudiantes de Antropología, sobre “Género en las sociedades contemporáneas”, la académica responde las preguntas de Ñ por correo electrónico.

–¿En qué sentido esas maestras concentran los ejes políticos pero también sociales de la II República?

–Las mujeres que nacieron en los últimos años del siglo XIX y primeras décadas del XX vivieron unos cambios asombrosos y se comprometieron con ellos. Las mujeres históricamente habían sido privadas de la ciudadanía civil, es decir de aquellos derechos que les posibilitaban el ejercicio de la libertad individual y tampoco tenían derechos políticos, la capacidad de ser electoras o elegibles en las elecciones y muchas de ellas se movilizaron para conseguirlos. Durante los dos primeros años tras proclamarse la II República, las reformas encaminadas a las modernización de España se sucedieron. En la Constitución española de 1931 las mujeres por primera vez en la historia de España fueron ciudadanas. Tuvieron derechos políticos pero sobre todo tuvieron los derechos civiles que les permitieron apropiarse de su destino. Así pudieron decidir qué querían estudiar, administrar sus bienes, comprar, cerrar contratos, elegir en dónde vivir, en definitiva pudieron ser. Y por eso esta generación de mujeres, que conocemos como mujeres modernas se comprometieron tanto con la Segunda República. Llenaron las calles, se liberaron, estudiaron y trabajaron. Fueron mucho más libres. También la república se esforzó por mejorar la educación de todos y de todas. Para poder elegir, para disfrutar de los nuevos derechos la formación, la educación era imprescindible. Fue la república de los maestros.

–¿Cómo es posible que un proceso político tan notable, y el rol de las mujeres en él, no haya sido suficientemente estudiado?

–A veces, la historia es olvidadiza pero este caso no es un caso de olvido. La victoria de los sublevados liderados por Franco en la Guerra Civil española mantuvo la feroz represión sobre aquellos que se habían mantenido fieles al régimen republicano. Se suprimieron las libertades y se impuso una verdad moldeada y única que seguía un relato creado por la propia dictadura para su supervivencia. Todos nosotros, los que fuimos niños en los últimos años de la dictadura, asistimos a la escuela nacional católica y leímos y vimos solo aquello que la inmensa censura de la dictadura permitía que se mostrase. Ha sido y es difícil recuperar la memoria. España tuvo una transición hacia la democracia difícil y seguimos teniendo una asignatura pendiente con nuestro pasado pero sobre todo con aquellos que lo habitaron y que se comprometieron por un futuro mejor para todos. La maestras republicanas lucharon para conseguirlo y merecen ser conocidas y nombradas.

Leer el artículo completo en Clarín.


LAS MISIONES PEDAGÓGICAS EN EL CINE

Una camioneta circula por caminos intransitables, cruza un río y avanza campo a través. Llega un momento que los mulos y caballos deben tomar el relevo y recorren aún un buen trecho hasta llegar a su destino. Media docena de misioneros trasladan de pueblo en pueblo proyectores, gramófonos, libros y pinturas. Al llegar se improvisa una instalación eléctrica y por la noche se ofrece una sesión de cine. Todo el mundo ha dejado sus hogares y se reúne para contemplar boquiabiertos por vez primera -para muchas personas será la única en su vida- la magia de unas imágenes en movimiento. En medio del documental aparece este rótulo: “Los primeros amigos de las Misiones (Pedagógicas) son los niños”. A la mañana siguiente sigue la escuela ambulante con clases al aire libre: conferencias, lecturas poéticas, música, juegos y danza. En otra secuencia, cuando la caravana misionera llega a otro pueblo que ya conoce su labor, se organiza una nutrida manifestación de bienvenida presidida por la bandera republicana.

Esto es lo que cuenta Estampa 1932, del fotógrafo y cineasta José Val del Omar, un corto de 18 minutos, mudo y filmado en blanco y negro. Mucho se ha escrito sobre el proyecto republicano de las Misiones Pedagógicas, que trataban de hacer llegar la cultura a los lugares más recónditos, pobres y abandonados de la geografía española. (véase mi artículo sobre las Misiones Pedagógicas).

Este año, con motivo del noventa aniversario de la proclamación de la II República se han publicado varios textos acerca de lo que sin lugar a dudas constituye la edad de oro de nuestra pedagogía, algunas de cuyas aportaciones teóricas y experienciales aún hoy, con sus pertinentes adaptaciones a los nuevos tiempos, siguen siendo enormemente vigentes. Más allá de otras evocaciones se me ocurren dos preguntas a bote pronto. ¿Qué hubiera ocurrido si la reforma educativa republicana, con todas las iniciativas promovidas por una generación de maestros y maestras sabios y entusiastas no hubiera sido socavada de raíz por la dictadura franquista? ¿Hasta dónde habríamos llegado? Y la segunda tiene que ver con la memoria y el olvido. ¿Qué saben hoy las nuevas generaciones de aquella efervescencia educativa y humanizadora que, a pesar de su brevedad, logró avances más que tangibles? ¿Qué se enseñará en los colegios tras la aprobación de la anunciada ley de la memoria democrática?

Leer el artículo completo en El Diario de la Educación.


EL LEGADO DE CUATRO MAESTRAS REPUBLICANAS QUE EL FASCISMO NO PUDO BORRAR

En el primer tercio del siglo pasado, un ejército de mujeres invisibles tomaron partido en las instituciones educativas convirtiendo en profesión lo que hasta entonces se les había asignado de forma natural e intrínseca a su género. Traspasaron barreras. Infatigables, con determinación y entrega, independientemente de los avatares políticos que les tocó vivir. Fueron referentes, pero también menospreciadas por el franquismo. Debían encajar en la base ideológica del régimen, que establecía por imposición legislativa que la producción debía ser para ellos y la reproducción, para ellas. Las maestras desaparecieron de las imágenes históricas más allá de los ejercicios de la Sección Femenina. Supieron vivir con la discreción de los héroes anónimos. Admirables por el talento de quien realiza labores de gran calado social desde el ostracismo.


María Moliner (Paniza, 1900 – Madrid, 1981) es una de esas pioneras universitarias que ejercen, además, una profesión. No es una mujer convencional. Desde muy joven sabe que para seguir formándose y frecuentar círculos culturales necesita una fuente de ingresos que le proporcione autonomía.

Tras una primera estancia breve en el Archivo Histórico de Simancas, ejerce como archivera de la Delegación de Hacienda de Murcia, trabajo que compagina dando clases particulares. La prensa local de 1924 recoge varios anuncios en los que ofrece sus servicios como profesora particular de bachillerato y preparatorio de Derecho. Ese mismo año es la primera mujer en ocupar un puesto docente en la Universidad de Murcia, diez años después de que este centro comenzara su andadura. La Facultad de Filosofía y Letras le daba la bienvenida haciendo mención expresa a la que sería “representante del elemento femenino por primera vez”.

En 1929, Moliner se traslada a Valencia, donde alterna su empleo en los archivos de la Delegación de Hacienda con la experimentación de prácticas educativas innovadoras bajo los principios de la Institución Libre de Enseñanza, que guiarán toda su trayectoria, y “une su vocación de bibliotecaria con la labor de difundir la cultura”, precisa su biógrafa, la escritora y periodista Inmaculada de la Fuente. 

Con la idea de que la educación es un vehículo de transformación social, intelectuales, pensadores y artistas se aglutinan en torno a un amplio programa de reformas que la proclamación de la República, en 1931, pone en marcha para reducir la alta tasa de analfabetismo que impera en el país. Moliner, comprometida con el fomento de la lectura, dedica sus esfuerzos a organizar una red de 105 bibliotecas rurales que están dotadas por un fondo mínimo de cien libros que ella misma selecciona y manda con sus fichas a las escuelas de los pueblos más pequeños. “Cualquier libro, en cualquier lugar, para cualquier persona”, diría.

Leer el resto del artículo en CTXT.

A todas las maestras y maestros republicanos que soñaron con una educación basada en los ideales de igualdad, justicia y solidaridad. Y a quienes hoy siguen sus pasos.

La Escuela de la República es un proyecto de la Federación de empleados y empleadas de Servicios Públicos de la Unión General de Trabajadores (FeSP-UGT) para recuperar la memoria de la Educación en la Segunda República.

MÁS INFORMACIÓN EN LA PÁGINA  La Escuela de la República...



No hay comentarios: