El presidente de Meliá cuestiona el despegue del turismo: "Hay que poner límites y frenar el desmadre" del alquiler
El sector turístico vive en la contradicción. Por un lado, celebra que España recibe el mayor número de turistas de la historia, que gastan más que nunca y elevan, año tras año, su aportación al crecimiento económico. Por otro, el malestar social es cada día más patente. Los residentes no aguantan más los efectos colaterales de un turismo que no tiene freno y que afecta tanto al precio de la vivienda, por la creciente presión de los pisos turísticos, como al uso de los recursos naturales, como el agua, en un contexto de cambio climático. Un hartazgo que en los últimos meses ha quedado patente en protestas y manifestaciones, por ejemplo, en Illes Balears, Málaga o Canarias.
Esa oposición entre dos realidades se ha vivido en los últimos días en Fitur, la feria internacional que se celebra año tras año en Madrid, donde destaca, sobre todo, la turismoeuforia de una actividad económica que parece no tener freno. Sin embargo, algunos grandes operadores ya empiezan a cambiar el discurso y a decir que el posible que el sector se haya pasado de frenada, principalmente, porque este año pueden visitarnos 100 millones de viajeros internacionales –más los turistas internos que se mueven de una comunidad autónoma a otra– y es posible que España no esté preparada para seguir creciendo a este ritmo.
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