Enrique Gracia Trinidad. Publicado el 26/7/2016. Se lo copié.
Es en el pueblo de Carpio de Tajo, en la provincia de Toledo, donde se celebran por las fiestas de Santiago Apóstol unas espectaculares y un tanto acrobáticas carreras de caballos por parejas en las que los jinetes galopan abrazándose de los hombros; sin duda son de gran dificultad y muy vistosas. Hasta ahí nada que decir. Los caballos enjaezados, los jinetes vestidos con ropas antiguas, la animación garantizada.
Pero después, empieza la barbarie: Se trata de que los mismos jinetes, a buena velocidad, crucen la plaza y al pasar bajo el ganso colgado intenten agarrarlo del cuello y arrancar su cabeza como trofeo. A veces lo consiguen y a veces no, cuestión de habilidad, fuerza y suerte.
Se me ocurre pensar que podrían colgar cestos, monedas, cintas, aros, guirnaldas de flores, sombreros... pero no, cuelgan un animal, aunque esté muerto —¡menos mal!— y hay que arrancarle la cabeza. Sospecho que en las otras cabezas, las de jinetes, espectadores y organizadores hay bastante basura disfrazada de tradición, bastante mala uva vestida de diversión, bastante brutalidad ataviada de fiesta.
Y son sólo unos pocos, que no la mayoría de españoles, pero siempre son más de lo que la cordura, el buen gusto, la salud mental y la decencia aconsejan.
Por mí pueden seguir arrancando cabezas de ganso muerto y celebrándolo
con regocijo y aplausos —prohibir no me parece nunca la mejor solución—,
pero no deja de ser una tradición infame, una estética zafia, una
fiesta salvaje y un tumulto grosero.
España —no menciono a otros países que también tienen sus costumbres bárbaras con animales, sean para fiesta o para comer—, sigue teniendo el pellejo medieval, aún se le ven las hechuras primitivas, salvajes, primitivas y crueles. Y no, no se le puede llamar "animalada" porque a los animales ni se les ocurre maltratar a otro animal, ensogarlo, descabezarlo, lancearlo, tirarlo desde las alturas, hacerlo correr asustado, ensañarse con él de cualquier modo y luego rematarlo. Los animales no son tan españoles.
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España —no menciono a otros países que también tienen sus costumbres bárbaras con animales, sean para fiesta o para comer—, sigue teniendo el pellejo medieval, aún se le ven las hechuras primitivas, salvajes, primitivas y crueles. Y no, no se le puede llamar "animalada" porque a los animales ni se les ocurre maltratar a otro animal, ensogarlo, descabezarlo, lancearlo, tirarlo desde las alturas, hacerlo correr asustado, ensañarse con él de cualquier modo y luego rematarlo. Los animales no son tan españoles.
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