febrero 21, 2019

Los agropiratas del agua imponen un régimen del miedo para mantener el expolio del acuífero de Doñana

Regantes sin derechos persiguen y acosan a los inspectores mientras aprovechan los pozos ilegales que consumen el agua que nutre al humedal.

Los agropiratas del agua imponen un régimen del miedo para mantener el expolio del acuífero de Doñana


Las captaciones perforadas sin permiso en suelo público cedido extraen durante años tras ser sancionadas a base de recursos presentados por los ayuntamientos
"Llevarme allí es llevarme al matadero", cuenta un inspector ingresado cinco días por el shock sufrido tras ser perseguido y acorralado por un grupo

Una combinación de impunidad y connivencia ha creado un régimen del miedo alrededor del Parque Nacional de Doñana. ¿El objetivo? Mantener el expolio del acuífero del que depende el espacio natural, por el que Europa ha llevado a España a los tribunales, y alimentar así el creciente sector de la agricultura de regadío. "Esa agua nos la roban a todos", sentencia el presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, Joaquín Paez.
La realidad es que -mientras se abrían cientos de pozos, se multiplicaba la superficie de explotación y la cifra de negocio- los apenas diez inspectores encargados de supervisar la regulación de aguas patrullan incluso escoltados ante el acoso de los agropiratas, que utilizan agua extraída ilegalmente para sus campos. El Gobierno declarará el acuífero sobreexplado en la Junta de Gobierno de Doñana el 21 de febrero. La Confederación ha incoado 943 expedientes en los dos últimos años. Casi la mitad, 480, solo en la provincia de Huelva. 
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"Fui a comprobar la ejecución de una resolución. A ver si los pozos seguían en el mismo estado porque se tenía que restaurar el área a la situación anterior a la apertura", cuenta a eldiario.es el inspector agredido que prefiere que su nombre no aparezca. "Por la zona en la que estaba, en el parque natural, entre pinares, me extrañó el movimiento. Allí no suele haber nadie. Pero es que ya son como una organización. Tienen sus puntos de control, sus avisos". Conducía un coche anónimo, sin distintivos. "Aun así dieron el aviso".
Lo que sucedió después en los pinares de Doñana fue una suerte de acecho al inspector. "Una auténtica cacería", rememora. "Yo conozco la zona y los caminos. Trabajo aquí desde 1994. Según me iba moviendo iban cerrando pasos. Iban rastreándome y cercándome las salidas".
El grupo con el que acabó enfrentado se coordinó para ir acumulando gente junto al inspector. Gracias a diferentes avisos entre ellos, consiguieron bloquear el automóvil de la Confederación en un paraje sin escapatoria. "Me cerraron en un sitio sin salida con un barranco a un lado y el lecho del río por el otro. Le tenemos acorralado, decían. Allí pretendían volcarme el coche con un tractor. No podía ni salir del coche. Llamé al 112 y la Guardia Civil apareció a los 45 minutos". Tras no poder estabilizarle la presión arterial en el centro de salud de Almonte fue trasladado a un hospital de la ciudad de Huelva donde estuvo cinco días. Hoy sigue de baja.
Eso fue el 21 de septiembre de 2018 (...)

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