Fernando Broncano R 6/8/21
(10 poemas del autor en lengua alemana Rainer María Rilke)
A Rilke, como a Proust, hay que volver todos los años, mejor todos los veranos, para comprobar que sigue allí acompañándonos, pues esas palabras fueron escritas para cada uno de quienes las leen, específicamente, concretamente.
Las Elegías del Duino cobran un nuevo sentido en estos tiempos de transhumanismo, pues Rilke sabía bien que los ángeles, esos seres que los transhumanos quieren imitar, son parte de otro mundo, son la parte terrible de los humanos, una especie entre la bestia y el ángel hecha de sutiles gestos y materias varias. Buenos días.
¿No se asombraron ustedes, en las estelas áticas,
de la prudencia de los gestos humanos? El amor
y la despedida, ¿no fueron puestos demasiado
ligeramente sobre los hombros, como si se tratara
de seres hechos de otra materia que nosotros?
Recuerden las manos, cómo se posan sin presión, aunque
hay vigor en los torsos. Estos dueños de sí mismos
lo sabían: Hasta aquí, nosotros; esto es lo nuestro,
tocarnos así; que los dioses nos aprieten
con mayor fuerza. Pero eso es cosa de los dioses.
Si nosotros encontráramos también una pura, contenida,
estrecha, humana franja de huerto, nuestra, entre
río y roca. Pues nuestro propio corazón nos excede
tanto como a aquéllos. Y ya no podemos mirarlo
a través de imágenes que lo sosieguen, ni a través
de cuerpos divinos, en los que se contenga más.
De "Las Elegías de Duino" 1922
Versión de Jaime Ferrero Alemparte
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