21/5/23
Pesticidas, compuestos perfluorados y plastificantes invaden nuestro día a día, a través del agua, la comida y los productos que usamos. Sus efectos pueden ser más letales que los de la covid, la malaria o el sida.
"La contaminación y las sustancias tóxicas causan más de nueve millones de muertes prematuras, el doble del número de muertes causadas por la pandemia de covid-19 durante sus primeros 18 meses. Una de cada seis muertes en el mundo está relacionada con enfermedades causadas por la contaminación, una cifra que triplica la suma de fallecimientos causados por sida, malaria y tuberculosis y multiplica por quince los ocasionados por las guerras, los asesinatos y otras formas de violencia". Los datos hablan por sí mismos. Son algunas de las llamadas de atención que recoge un informe reciente de Naciones Unidas sobre los tóxicos a los que estamos expuestos a diario, "a través de la respiración, los alimentos y la bebida, por contacto con la piel y a través del cordón umbilical en el vientre materno", añaden los autores de este documento.
Sus efectos en la salud están demostrados por décadas de investigación científica. Según el informe de la ONU, "aumentan el riesgo de muerte prematura, intoxicación aguda, cáncer, enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, enfermedades respiratorias, efectos adversos en los sistemas inmunológico, endocrino y reproductivo, anomalías congénitas y secuelas en el desarrollo neurológico de por vida".
Pesticidas en tu mesa
Un ejemplo de peso son los pesticidas, de los que España es el mayor consumidor de la Unión Europea. Pero no están solo en los campos. Una investigación de la Universidad de Granada, publicada en enero en la revista científica Environmental Pollution, encontraba altas concentraciones de fungicidas e insecticidas en las muestras de orina de 1.500 menores, de entre 7 y 11 años, de distintas zonas rurales y urbanas de España. ¿Cómo llegaron al cuerpo de los niños unas sustancias usadas para el control de plagas en la agricultura?
"Los ingerimos con los alimentos, al consumir esas frutas y verduras que fueron tratadas con pesticidas", explica a Público el periodista ambiental Carlos de Prada, responsable de la iniciativa Hogar sin tóxicos y presidente de Fodesam (Fondo para la Defensa de la Salud Ambiental).
Otro caballo venenoso de batalla son los compuestos perfluorados, contaminantes eternos —por lo que tardan en degradarse— presentes en sartenes y utensilios de teflón. O el bisfenol-A y los ftalatos, que están en recipientes y vajillas de plástico, latas de bebidas y alimentos, garrafones reutilizables dispensadores de agua. Su efecto como disruptores endocrinos afecta a la reproducción, el metabolismo y el desarrollo del cerebro en fetos, según Ethel Eljarrat, investigadora del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua IDAEA-CSIC.
(...) Sin embargo, "no es necesario ser químico ni saberte el nombre de todos los tipos de ftalatos o plaguicidas: protegernos es posible con medidas sencillas como elegir frutas y verduras ecológicas (sin pesticidas), reducir el consumo de alimentos en contacto con plásticos o enlatados, o usar detergentes lo más naturales posible", aconseja. Mientras tanto, "hay que tener espíritu crítico y no creernos todo lo que nos dicen los organismos oficiales", añade.
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