agosto 14, 2012

EL DERECHO A RESISTIR, de Rafael Narbona

Copiado de la pág. de fb de Mateo. Texto de Rafael Narbona 12 /7/2012 2 a.m. - EL DERECHO A RESISTIR: TODOS CON LOS MINEROS

La violencia revolucionaria es la única respuesta esperanzadora, pues no es una violencia amoral, sino profundamente ética, ya que nace de la voluntad de las masas de convertirse en sujetos de la historia, superando la sumisión a los intereses y abusos de las clases dominantes. No vivimos una crisis, sino la demolición controlada del Estado del bienestar, que en España apenas se esbozó. El 15-M agitó la bandera de la no violencia, pero la violencia ya está aquí, con las medidas antisociales, injustas y regresivas. Ayer presencié la entrada de los mineros en Madrid. Sólo les acompañé en el tramo inicial, pero pude contemplar su llegada, acompañados de sus mujeres, igualmente combativas y con un envidiable espíritu de resistencia. Le estreché la mano a un minero y pude sentir su dignidad y su talante luchador, lo cual no le impidió derramar unas lágrimas y agradecer el gesto de solidaridad. Dudo que la marea negra consiga sus objetivos. Es ridículo pensar que los recortes han terminado. Las medidas impuestas por el gobierno contraerán aún más la economía. Dentro de poco, la troika exigirá nuevos sacrificios, que otra vez recaerán sobre la clase trabajadora, aumentando la deuda y el déficit en una espiral incontenible. La falta de legitimidad moral y democrática de los países subyugados por el proyecto de una Europa neoliberal justificaría una respuesta airada, violenta, revolucionaria, que estableciera una soberanía popular efectiva, garantizando el bienestar general y no los privilegios de una minoría. Para el poder político y económico, todos los que protestan son terroristas, pero yo creo que la verdadera violencia es contemplar la injustica y no hacer nada para evitar sus estragos.
 
Otro, del martes 10. Mismo autor:  Rafael Narbona

El tiempo es una rueda implacable, que nunca se desvía de su camino. El olvido triunfa sobre cualquier anhelo de inmortalidad. Por eso, hay que aprender a despojarse de las cosas, sin experimentar sentimientos de duelo. Por eso, hay que decir adiós sin ruido, evitando desgarros inútiles. Vivir no es ver volver, sino contemplar cómo todo se deshace, sin dejar otra huella que unas pocas palabras. Nana y yo tal vez sobrevivamos en las palabras, pero no será para siempre. Las palabras también se desvanecerán como una vieja pintura hundida en la penumbra. Las palabras sólo son un río que muere algo más tarde. La eternidad sólo es una quimera que esconde nuestro temor de no ser más que una brizna de ser en el viento. Somos tiempo. Somos tierra, barro, espuma. Somos la nube y el pájaro que conciertan su movimiento en un cielo moribundo. Somos una hebra de luz que palpita en la oscuridad. Vivir es morir con cada latido. Vivir es saber que no hay absolución para nuestros afectos. El amor no es un espejismo, sino una estancia luminosa que te hace soñar con una interminable primavera, pero ese ensueño no puede abolir la certeza de que el invierno es la única realidad perdurable. Aunque a veces se demora, sus aguas heladas siempre desbordan los márgenes de nuestra esperanza, sepultándolo todo en una quietud silenciosa e inapelable. Lamentarlo es tan inútil como implorar no haber nacido. Lamentarlo es no saber que nuestra vida se escribe en el agua y se extingue en un rumor de sombras. Es el precio de existir. Es el precio de amar, contemplar, añorar, sonreír, recordar. Nana y yo seremos polvo, pero al menos nos habremos bañado durante un instante en la corriente del ser. Eso es todo y no es poco.


1 comentario:

Lansky dijo...

Yo creo que morir es el precio 'necesario' (aunque no suficiente, como en matemáticas) de la vida, pero el sufrimiento no. Rotundamente no y en eso repudio a la mayoría de las religiones (y viva 'San' Epicuro)