http://www.lansky-al-habla.com/2014/07/palestina-e-israel-la-historia-como.html
Toda la historia es contemporánea, decía Benedetto Croce. Estudiar el pasado ayuda mucho a comprender el presente. Quizás por eso muchos gobernantes retiran su estudio de los programas educativos. Conocer la historia, llevan razón, no ayuda a conseguir un empleo en un Banco, sino tan "sólo" ayuda a vivir mejor, más cabalmente, a situar los acontecimientos del día a día en perspectiva, lo que implica ser más libres, menos manipulables. En cambio ‘estar al día’, conocer la actualidad sin más no permite entenderla, nos condena a vivir perpetuamente asombrados, desconcertados, quizás indignados, pero nada más. Y esa es la diferencia entre la Historia y la actualidad o las modas. Claro que también hay, incluso abundan, historiadores que no saben hacer el trayecto entre la época de su especialidad y el presente; no nos proporcionan las enseñanzas aplicables al día de hoy: son simples eruditos, no pensadores útiles para iluminar nuestra realidad. Están muy informados (de lo ‘suyo’), lo conocen muy bien, pero, ay, saben muy poco. Paradójicamente conocen la historia, pero parecen no conocer su utilidad suprema.
Maldita tierra, mierda de patrias. Era un refugio y se ha convertido en un infierno. Deberíamos sacar a todos los humanos de allí y repartirlos a su gusto por el mundo y luego tirar una bomba atómica y hundirla en el magma. Desde que tenemos noticia, es decir, no “desde que el mundo es mundo”, sino desde que nosotros estamos en él para mirarlo y contemplarlo, enloquecerlo y ensuciarlo, también cantarlo, embellecerlo y valorarlo, pero menos; desde los remotos albores de esas noticias, que eso es la Historia —y el mito y el relato—, el territorio de lo que conocemos como Palestina, y también como Judea, Israel, Galilea y demás, ha estado en guerra. Si esta es la tierra de Dios, y desde luego lo es de dos al menos de los principales monoteísmos y el tercero no anduvo lejos, es una tierra sangrienta, maldita, donde siempre ha habido un perpetuo estado… de sitio, desde que surgió un solo Dios que decidió ayudar contra el resto a un solo pueblo. Si un Dios puede pecar, que lo ignoro, ese Dios del Antiguo Testamento y de la Torá es el mayor pecador del que he tenido noticias. Un pecador nacionalista y por tanto antihumanista e inhumano. Desde que el mundo es mundo o al menos, desde que el mundo tiene a algunos para mirarlo.
Maldita tierra, mierda de patrias. Era un refugio y se ha convertido en un infierno. Deberíamos sacar a todos los humanos de allí y repartirlos a su gusto por el mundo y luego tirar una bomba atómica y hundirla en el magma. Desde que tenemos noticia, es decir, no “desde que el mundo es mundo”, sino desde que nosotros estamos en él para mirarlo y contemplarlo, enloquecerlo y ensuciarlo, también cantarlo, embellecerlo y valorarlo, pero menos; desde los remotos albores de esas noticias, que eso es la Historia —y el mito y el relato—, el territorio de lo que conocemos como Palestina, y también como Judea, Israel, Galilea y demás, ha estado en guerra. Si esta es la tierra de Dios, y desde luego lo es de dos al menos de los principales monoteísmos y el tercero no anduvo lejos, es una tierra sangrienta, maldita, donde siempre ha habido un perpetuo estado… de sitio, desde que surgió un solo Dios que decidió ayudar contra el resto a un solo pueblo. Si un Dios puede pecar, que lo ignoro, ese Dios del Antiguo Testamento y de la Torá es el mayor pecador del que he tenido noticias. Un pecador nacionalista y por tanto antihumanista e inhumano. Desde que el mundo es mundo o al menos, desde que el mundo tiene a algunos para mirarlo.
Hamás versus Israel. Los dos terrorismos confrontados se retroalimentan, se necesitan pues, les va bien así. Con una diferencia: el terrorismo de Estado, siempre más impune, es moralmente peor, y es difícil un futuro mejor no para el más fuerte, sino para el que con el solo uso de la fuerza se comporta no como un país moderno y supuestamente democrático rodeado de islamistas sedientos de sangre, sino como una milicia armada salida de las peores páginas de la Biblia, ese sanguinario Libro.
Nos habríamos ahorrado tanto..., ahora los ciudadanos israelíes estarían en la Unión Europea, compartiendo problemas y cortas miras. Quizás el Estado de Israel, en justa compensación por el Holocausto de la Alemania de Hitler, debería haberse instalado allí, en Renania o en Baviera, quizás, y no en este desierto en absoluto vacío de gentes anteriores, siempre enconado por tribus y dioses.
(Por cierto, la Liga árabe no ha dicho ni mu a este nuevo ataque contra los palestinos de la Franja de Gaza, ¿por qué será?)
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