Marisa Peña · 30/1/2019
Salgo poco y leo mucho. También escribo, y recuerdo, y preparo textos y actividades para mis clases. Estoy volcada en mostrar a los jóvenes de dónde venimos y a dónde no podemos ni queremos volver. Hoy me han reconocido, leyendo a Gil de Biedma, que no sabían que la aviación fascista arrasó Madrid y Barcelona. Les he mostrado fotos de los bombardeos mientras leíamos a Blas de Otero el poema del niño muerto de Machado, Insomnio de Dámaso Alonso y Sentado sobre los muertos de Miguel Hernández. Estaban impresionados. Esta es mi humilde aportación al antifascismo. No veré los frutos, pero ahí queda la semilla plantada.
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