Marisa Peña · 5/4/2019
Para mí no habrá octubres con su luz de oro y cobre,
ni habrá crueles abriles, ni noviembres de bruma.
Se apagará mi sombra, se morirán mis muertos,
se quebrarán mis juncos.
Se borrarrá mi nombre de todas las memorias.
ni habrá crueles abriles, ni noviembres de bruma.
Se apagará mi sombra, se morirán mis muertos,
se quebrarán mis juncos.
Se borrarrá mi nombre de todas las memorias.
Y tenderé mi alma en un balcón de invierno,
y lloraré mi llanto hasta quedarme seca.
Para mí no habrá octubres, ni abriles, ni noviembres...
No quedan calendarios que soporten mi pena.
La pena de los meses, por siempre inacabados,
que, por más que me empeñe, ya no habré de vivir.
©Marisa Peña, revista Álora, diciembre 2013.
Un poco de poesía en medio del desastre, de la miseria moral, de la inmundicia que, día tras día, nos dejan como rastro baboso los mercaderes del templo y sus palmeros.
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y lloraré mi llanto hasta quedarme seca.
Para mí no habrá octubres, ni abriles, ni noviembres...
No quedan calendarios que soporten mi pena.
La pena de los meses, por siempre inacabados,
que, por más que me empeñe, ya no habré de vivir.
©Marisa Peña, revista Álora, diciembre 2013.
Un poco de poesía en medio del desastre, de la miseria moral, de la inmundicia que, día tras día, nos dejan como rastro baboso los mercaderes del templo y sus palmeros.
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