Las
Brigadas Internacionales, formadas por jóvenes antifascistas de todo el
mundo que vienieron a luchar por la República cuando los poderes
fácticos (económico, militar y religioso) con ayuda de Hitler y Mussolini
se aliaron para derrocarla por la fuerza, son para mí el ejemplo de
lucha de clase por encima de las patrias. Mi abuela tuvo varias amigas
brigadistas, de ellas siempre guardó un recuerdo emocionado y vívido,
especialmente de Mika Etchebehere. Le unían más cosas a a
quella
argentina de origen ruso que además no pertenecía a su organización
política que a las señoritas de Falange que, españolas como ella, años
después, destrozarían su casa y sus sueños y buscarían su humillación y
su escarmiento. También le unían más cosas al joven soldado irlandés al
que hizo un torniquete en el hospital de guerra de la ciudad
universitaria mientras llegaban las enfermeras, y al grupo de argelinos y
marroquíes franco-españoles del partido comunista que conoció en un
hospital de Alicante (uno de ellos su futuro cuñado) que a cualquier
español, muy español y muy andaluz, como ella, cacique y reaccionario.
Por encima de nacionalidades, e incluso de organizaciones políticas,
ella, pragmática y comprometida con el antifascismo y la fraternidad
entre pueblos, siempre puso por encima el bien colectivo y la defensa de
los desfavorecidos, los humildes, " los parias de la tierra" vinieran
de donde vinieran. Años después, en plena posguerra, formó parte del
socorro rojo internacional para ayudar a los presos políticos y sus
familias. Tuvo amigas comunistas, socialistas y libertarias como ella.
Se enfrentó a los puristas de su organización que , desde el exilio, no
veían bien la cohabitación con otras izquierdas que defendían otros
modelos organizativos. Brava como era siempre les hablaba del enemigo
común, de la fraternidad del día a día y de la necesidad de aunar fuerzas
contra la dictadura para poder sobrevivir al espanto. Su historia me
ayudó a comprender que el antifascismo es el eje vertebrador, al igual
que los derechos civiles y la justicia social. Tuve una maestra
implacable con los que sacrifican al pueblo y su bienestar por intereses
de partido o de nación. "Habrá un día en que TODOS al levantar la vista
veremos una TIERRA que ponga LIBERTAD". Respeto a los que tienen otros
valores, otras prioridades, otros sentimientos. Pido el mismo respeto
para mí y para lo que me enseñaron los míos.
Y me tomo un
descansito. Que se apague un poco el ruido. Que recordemos a Mario Benedetti y
su poema "De árbol a árbol" y que no perdamos ni la esperanza ni la
conciencia de los que nos precedieron
Buen día, buena gente.
©Marisa Peña.
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