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7/11/20Carmen Bachiller
Así se desprende de un estudio internacional dirigido por el hoy profesor de la Universidad de Alcalá, César Menor-Salván, como parte del equipo científico del NSF-NASA Center for Chemical Evolution (CCE) en Atlanta, Estados Unidos.
Fue por casualidad. La limpieza de una fosa de purines en una granja de Gerona dejó al descubierto la formación de grandes cristales. “El propietario pensó que era un mineral raro y me mandó unas muestras. Resultó ser estruvita, un mineral. Es una forma de recoger el nitrógeno, el magnesio y el fósforo de los desechos de los cerdos para que sea reutilizado como fertilizante”.
Los cristales, “muy bonitos y de varios centímetros”, fueron analizados tras encontrase formaciones “en enorme cantidad”.
César Menor-Salván trabajaba entonces con el fosfato y lo ocurrido en la granja le dio qué pensar. “Se había formado estruvita en un entorno con poco oxígeno y mucha urea. Pensé que eran condiciones muy similares a las de la Tierra primitiva en donde se formaban pequeños lagos alrededor de zonas volcánicas que acumulaban compuestos orgánicos generados en la atmósfera o incorporados a través de meteoritos” (...)
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