junio 13, 2022

“Labrar la tierra es una práctica degenerativa a pesar de que para la payesía labrar sea genético”, de Trinitat Gilbert

 ES.ARA.CAT  3/5/22

Francesc Font, que ha participado en la Feria Arrels de Mahón, considera que la agricultura regenerativa puede conseguir recuperar la fertilidad de los suelos


El payés Francesc Font sostiene que “labrar la tierra es una práctica degenerativa, a pesar de que, para la payesía, labrar sea genético”. Lo dice con seguridad como militante de la agricultura regenerativa, que lo ha llevado del Empordà a Australia y ahora a Menorca, desde donde extiende la semilla del conocimiento con el ejemplo de las fincas que dirige, Son Felip y Algaiarens . “Dejar de labrar también me llevó a enfrentarme a mi familia, de la cual represento la novena generación”, dice.
Cuando dejas de labrar la tierra, los animales y las plantas hacen el trabajo. Una tierra es viva si cuando hundimos la mano nos encontramos todos los seres vivos que la pueblan. Son estos seres vivos los que alimentarán los animales que pacerán, los cuales, con sus excrementos, todavía la fertilizarán más. “La agricultura regenerativa quiere recuperar la fertilidad de los suelos que hemos estado destruyendo desde hace cincuenta años”, dice Font, que ha publicado libros para explicarlo (Arraigados en la tierra, editado por Diente de León) y ahora también ha creado una academia, en que emitirá vídeos para que el discurso se conozca.
Para regenerar la tierra, pues, es básico tener animales. “En la finca Son Felip y Algaiarens tenemos doscientas cabezas de vacas rojas de Menorca, con las cuales no hacemos leche, sino que las necesitamos porque sus excrementos generan impacto en la tierra”, dice Font. El proceso lo explica con rapidez en la finca que dirige, y se pone ante el gallinero movible: “En este cercado donde tenemos ahora las gallinas, estuvieron antes las vacas, que dejaron excrementos, los cuales han ido picoteando las gallinas porque encuentran proteínas, que han comido y también lo han esparcido por el suelo”.
Al cabo de unas semanas, mueven el gallinero de lugar otra vez, y el proceso empieza de nuevo. “Hay crecimiento vegetal, por lo tanto más plantas, que son alimento para los animales, y con esta práctica conseguimos que en cada hectárea capturemos cuatro veces más carbono que el que emitimos en la finca con todos los trabajos que realizamos”, explica Font (...)

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