14/10/22
Tendremos que refugiarla
en nichos de golondrinas.
Pedirán como rescate
las cosquillas de los labios
libre tierra,
libre viento,
libre mar.
Perdimos los eslabones
de cadenas esmaltadas
mientras soñábamos utópicos
escapar de los sistemas.
Nunca tuvimos refugio
en las noches de tormenta.
Ya no nos sirven las máscaras
ni los paraguas de flores.
Abandonamos los libros
en los lugares comunes
donde enterramos recuerdos.
Solo tenemos ahora
tanto girasol vacío,
tanta lluvia de febrero
decapitando las ramblas,
tanto frío de sepulcro
y tanta maldita lágrima.
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Amelia Díaz Benlliure, julio de 2012
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