Raquel Ejerique 27 de noviembre de 2023
En España hay 46.000 mujeres y más de 1.000 niños con algún tipo de protección policial por violencia machista. Quien la minimiza debería preguntarse qué grupo humano en este país necesita de llamadas diarias o escolta policial en esta proporción numérica
Una empleada limpia el garaje donde un hombre ha matado supuestamente a su pareja y la hija de ambos en el distrito madrileño de Carabanchel. Cuando yo era pequeña, los maltratadores no eran llamados así, sino hombres de carácter “pero luego se le pasa”. A nadie se le ocurría denunciar y las mujeres y sus familias vivían en intimidad la fatal lotería que te había tocado por casamiento. Una mala decisión, un sí azaroso que ponía la diferencia entre una vida normal o una vida gestionando un carrusel de culpas, que el otro no se enfade, no te alteres por favor, portarse bien, perdonarlo, puta, te amo, perdona, me vas a arruinar la vida, vayámonos y seamos felices solos y así hasta acabar con la salud, la energía y, en los peores casos, la vida de la mujer. Vidas volcadas en aplacar la ira del otro, en saber si eres culpable o el gatillo. El avance en España, tanto legal, policial y judicial como en conciencia –hay países como Italia que se indignan estos días brutalmente sacudidos por la historia de una joven asesinada– es innegable y ha ayudado a miles de mujeres a salir del círculo.
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