diciembre 15, 2023

Revista CTXT. Gracias por el ruido, de IRENE ZUGASTI

 2/12/23

 Gracias por el ruido

 



 Querida suscriptora, querido suscriptor:


   Me estreno en esto de dirigirme a la comunidad contextataria en una semana jodida, bien jodida. Leo en una noticia de agencias que la noche del miércoles “muere una mujer en Sagunto y una menor se precipita desde un segundo piso”, y me digo si es posible que todavía haya alguien en este oficio del periodismo capaz de escribir un titular así sin que le tiemblen los dedos sobre el teclado.

 

   Que las mujeres no mueren, las matan, y que sus hijos e hijas no se precipitan por ventanas, y sus casas no se incendian solas, sino que son asesinadas por sus padres y sus parejas, los maltratadores y feminicidas machistas, es algo que llevamos demasiados años explicando allá donde hemos conseguido un huequito, una tribuna. Pero hay días –como éstos– que se cansa una de la pedagogía, de las palabras amables, de hacerse entender, de las guías de estilo y de las buenas prácticas. 

 

   A las mujeres las asesinan hombres, hombres normales y corrientes, y no psicópatas, monstruos, ni enfermos. Hombres que pueden ser “un militar de historial brillante y misiones en el extranjero que frecuentaba páginas de contactos”como decía El Mundo del asesino de Vallecas que estranguló a su pareja delante de sus dos niñas el mismo 25 de noviembre. El Mundo podría haber usado esas páginas para explicar qué es la violencia machista, dónde pueden acudir quienes la sufren, o por qué hay todo un aparato ideológico que niega que ese asesinato fuera violencia de género. Pero El Mundo decidió que era más rentable en clicks publicar una crónica amarilla sobre un tipo de “intachable hoja de servicio” que baboseaba en Tinder. De cuántos hay como él –con arma reglamentaria y uniforme– ya hablaremos otro día.

 

   Las mujeres no renuncian a los procesos judiciales de violencia por capricho, aunque así podría parecerlo si una lee las crónicas de sucesos de ABC sobre el doble crimen de Tatiana y de su hija, asesinadas en Carabanchel la madrugada del lunes. “El presunto asesino de su mujer y su hija fue absuelto porque ella dijo que no recordaba sufrir lesiones durante el juicio en 2020. ABC podría haber contado que hay una macroencuesta estatal que explica los principales motivos de las mujeres para no denunciar –ella era migrante, precaria, y él la amenazaba con llevarse a la niña a otro país– o exponer que ya no es necesario haber interpuesto una denuncia para obtener la acreditación de víctima de violencia y poder acceder a los recursos públicos de atención y reparación a los que tienen derecho las víctimas. Pero ABC no lo hizo. De por qué hay absoluciones judiciales ante casos flagrantes de maltrato como éste, ya hablaremos otro día.

 

   Podría pensar que es desconocimiento, desinterés, o culpa de las prisas en la redacción. Pero la violencia contra las mujeres lleva siendo un elemento central de la agenda política demasiado tiempo como para buscar una explicación tan simple; sobre todo si tenemos en cuenta el interés aplicado en llevarse por delante a las feministas, y también a un Ministerio, a una ministra y a sus políticas públicas. La violencia machista atraviesa política, justicia, poder, (¡hasta el fútbol!), y por supuesto, la guerra –Palestine is a feminist issue, ya sabéis– y es necesario contar por qué a quienes todavía no quieren enterarse. 

 

   Espero que en los meses venideros haya algo más que un retroceso a los minutos de silencio, lamentaciones y condenas a esta “lacra” –ay, qué palabra tan inútil– porque en esto nos necesitamos todas, en todas partes, y porque para arrancarnos de encima la violencia machista hace falta salir del despacho y agitar hormigueros, incomodar conciencias y hacer mucho, mucho ruido para exigir soluciones. Pero de eso ya hablaremos otro día (...)

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