Ignacio J. Domingo 11/5/2024
La década prodigiosa de la sostenibilidad parece haberse adentrado en una fase de decadencia sin apenas haber traspasado su ecuador, el que debía conducir al planeta, en 2030, a desactivar el detonador del Reloj del Clima del que alertan los científicos. Como establecieron los Acuerdos de París se tendría que atravesar el punto de no retorno hacia la neutralidad energética en 2050.
Porque “el momento de la verdad” de esta hoja de ruta al que se refiere la Agencia Internacional de la Energía (AIE) no ha concienciado a las petroleras. Sus transiciones hacia las emisiones netas cero de CO2 son una quimera y sus apuestas por las energías limpias, ejercicios de lavado de capitales. En la acepción más literal del término, la que delata sus tácticas de ecopostureo (greenwashing) para revestir de verde sus inversiones en negocios fósiles, los que, en realidad, van a sostener sus ingresos y beneficios a lo largo de esta década.
Así lo certifica el Congreso estadounidense, que acaba de diseccionar esta alteración substancial de la batalla contra el cambio climático por parte de las firmas petroleras y gasísticas, a las que acusa en un informe de “negacionistas”, de instaurar métodos de “desinformación” y de usar un “doble lenguaje” para ocultar sus verdaderas intenciones: “evitar el registro contable de sus daños climáticos” por el empleo sistemático -y soterrado- de negocios fósiles (...)
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