octubre 15, 2024

CTXT. Carta a la comunidad 371 I Adriana T.: La patada en el culo

 21/9/2024

Querida comunidad contextataria:


Sabrán, porque no hemos parado de dar la turra desde hace semanas, que en el consejo editorial y en la redacción de CTXT le estamos dando vueltas a la idea de abandonar la red de Elon Musk dando un sonoro y dignísimo portazo. (Me produce grima y desazón llamarla X, un nombre ridículo a la altura de su caprichoso dueño). 

        Ahora les sorprenderé con una pirueta de antitertulianismo extremo: no tengo nada claro qué debemos hacer con esto, y además estoy cambiando de opinión cada cinco minutos. De hecho, he cambiado de parecer varias veces mientras escribía esta carta. Puede que para cuando ustedes la reciban yo ya haya cambiado de opinión de nuevo.

 

        Sin embargo, en el momento en el que tecleo estas líneas, me sigo inclinando por quedarnos allí hasta que nos echen. Sé que se encuentra extendida la idea de que es mucho más elegante largarse de los sitios motu proprio que tras recibir una bochornosa patada en el culo, y no negaré que a menudo es cierto, pero existen excepciones a esa norma. Hay patadas en el culo que la catapultan a una directa al podio de los ganadores.

 

        Twitter, cuando todavía era Twitter y no X, adolecía de problemas bien chungos. Las campañas de astroturfing, los nazis sin complejos, la publicidad encubierta o sin encubrir, los bots, el acoso organizado. Todo eso ya existía mucho mucho antes de que llegara Musk en abril de 2022. Me gusta recordar que el desquiciado magnate no había comprado aún la red cuando Donald Trump la usó, el 6 de enero de 2021, junto con Facebook, para promover su intentona golpista contra el Capitolio. Trump solo fue desterrado de ambos espacios virtuales cuando el daño ya estaba hecho y había muertos encima de la mesa. En las redes sociales nunca se ha jugado limpio.

 

        Los usuarios de Twitter hemos ido lidiando con esa toxicidad durante años como buenamente hemos podido. Pero Twitter, cuando todavía era Twitter, resultó ser, aun con todos sus defectos, una herramienta positiva, útil para difundir e intercambiar ideas y también para reflexionar colectivamente. Twitter era, y lo sigue siendo, una herramienta para transformar la sociedad. La prueba es que un multimillonario ha decidido gastarse sus millones en comprarla como antaño se compraban medios de comunicación enteros, y los usuarios solo hemos empezado a hablar de abandonar la red social cuando han surgido alternativas con un potencial de uso similar, aunque todavía están en pañales (pienso sobre todo en Bluesky y Mastodon).

 

        Hablaba, párrafos atrás, sobre cómo dignifica recibir ciertas patadas en el culo. Creo –de momento, mañana podría creer otra cosa, ya les digo que no tengo una opinión firme en esto– que deberíamos permanecer en la red social del multimillonario fascista mientras nos quede margen de maniobra para seguir marcando desde ahí la agenda. Me refiero a nosotras como revista, lo que cada uno quiera hacer con su cuenta personal no es asunto mío (yo misma estoy tratando desde hace un año de acostumbrarme a usar otras redes, el equivalente digital a apuntarse al gimnasio en septiembre).

 

        Sí, soy consciente de que al mantenernos en un terreno tan abiertamente hostil jugamos una partida con las reglas amañadas, pero, ¿cuándo no lo hemos hecho? ¿En qué momento y lugar –físico o digital– han sido bien recibidas las ideas progresistas y transformadoras? Pienso en el movimiento feminista, por ejemplo. ¿Ha encontrado alguna vez un terreno fértil en el que plantar su simiente, o más bien ha tenido que conformarse con ir sembrando sobre hormigón armado con la esperanza de hallar una grieta en la que pudieran germinar las flores? No se me ocurre partida con las reglas más amañadas: el patriarcado lo coloniza absolutamente todo, nuestros trabajos, nuestras casas e incluso nuestras propias cabezas. Y aun así el feminismo ha ido fructificando, aunque todavía quede mucho trabajo por hacer.

 

        Esta semana hemos visto publicado que, según la última encuesta del CIS, la inmigración es el principal problema para los españoles. Mientras tanto, palabros tan manipuladores y groseros como inquiokupa se emplean de manera cada vez más habitual –aunque los datos indican con claridad que la clase obrera está absolutamente asfixiada por la hipoteca o el alquiler–. Nos tenemos que comer cinco días seguidos de irritantes declaraciones de la patronal cada vez que alguien menciona la necesidad de seguir subiendo los salarios. La publicidad de alarmas y seguros antiokupa –en un país con la delincuencia bastante controlada, pese a todo– no deja de crecer. Y cada vez que leemos alguna triste noticia sobre asesinatos y agresiones machistas, muchos hombres tratan de darle la vuelta a la tortilla acusando a las mujeres de estar practicando un feminismo demasiado agresivo. Pero nada de lo que menciono sucede solo en las redes sociales, sino sobre todo en los medios de comunicación tradicionales. En la televisión, en la radio, en la prensa escrita. Sí, vivimos en territorio hostil.

 

        CTXT nunca ha sido un triste sismógrafo, sino que aspira a ser el terremoto. No creo que tengamos que dedicarnos todo el tiempo a desmentir bulos o a comprar los marcos discursivos de la derecha. Podemos ir más allá. Creo que tenemos que marcar agenda y señalar el camino, y que todavía podemos hacerlo desde esa red. Creo que no disponemos aún de alternativas realistas a Twitter, y que debemos trabajar activamente en construirlas antes de largarnos sin más. Sigamos siendo a la vez terremoto y faro de luz mientras podamos.

 

        Y cuando finalmente llegue, porque llegará, nuestra bien merecida patada en el culo, usemos ese impulso para encaramarnos al podio de los ganadores con alegría, dignidad y orgullo.

 

        Gracias siempre por leernos, ya sea aquí, en nuestras redes, en nuestra web o en su smartwatch. Aprovecho para meter la cuñita publicitaria: pueden encontrarnos en TelegramFacebookMastodonTikTokBlueskyWhatsApp y YouTube.

 

Un abrazo, 

Adriana T.

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