Ana Pardo de Vera Directora corporativa y de Relaciones institucionales.
01/12/2025
No consta que estuviera presente en carne mortal en ninguna de las concentraciones de PP y VOX del pasado domingo en Madrid el exministro del Interior de Mariano Rajoy procesado junto a su secretario de Estado por la operación Kitchen de las cloacas policiales bajo su mando y cuyo juicio se celebrará en la Audiencia Nacional en mayo y junio de 2026. La causa Kitchen es una de las muchas piezas judiciales del caso Tándem, que tiene en su epicentro al excomisario estrella de las cloacas del PP, José Manuel Villarejo. También es, posiblemente y a falta de más sorpresas, la causa de corrupción institucional más grave tras el terrorismo de Estado del GAL en la etapa de los gobiernos de Felipe González... como mínimo.
Jorge Fernández Díaz está procesado, decimos, por dirigir una operación parapolicial desde el Ministerio del Interior -o sea, con tu dinero y el de esta plumilla- para tratar de destruir las pruebas (bastantes) que Luis Bárcenas, extesorero del PP, tenía sobre la financiación ilegal del Partido Popular, judicialmente confirmada. Nada menos, así que cada vez que escucho a Feijóo y a Ayuso desgañitarse por las calles de Madrid contra la corrupción del PSOE, la mafia sanchista y otras virtudes infernales del Gobierno de coalición y del PSOE, incluida la resurrección de ETA, me pregunto ingenuamente si no será el juicio de la Kitchen el que apremia al PP a exigir el adelanto electoral y no las maldades del inquilino de La Moncloa. Porque por la Audiencia Nacional, dentro de apenas seis meses, va a desfilar hasta el apuntador del PP y la policía (anti)patriótica que ejecutó la operación Kitchen de Fernández Díaz (y "El presidente del Gobierno lo sabe") a cambio de jugosos destinos muy bien remunerados para esos agentes corruptos, entre otras prebendas.
No obstante, no ha sido la prudencia de Fernández Díaz o cierto pudor, si lo tuviera, lo que le ha alejado de la manifestación-mitin del PP en el madrileño Templo de Debod, sino su cinismo elevado a la máxima potencia y -supongo- la comodidad de un escrito en La Razón para gritar eso de "mafia o democracia", el lema de la concentración liderada por Feijóo el domingo, a la hora del vermú. No exageramos, en este enlace tienen el texto de Fernández Díaz supongo que bendecido por su ángel Marcelo, que ha hecho la vista gorda con eso de las mentirijillas del octavo mandamiento católico.
A día de hoy, tantos años en este maltratado oficio, y sigue sorprendiéndome la capacidad que tienen algunos exdirigentes políticos -que lo fueron de grandes responsabilidades- de disociarse de sus propias acciones y hasta de su vida misma. Feijóo, que se paseaba en yate con un narcotraficante de fama internacional que machacó Galicia, hablando de "mafia" en el ojo ajeno, y Ayuso, que tiene a su pareja imputada por fraude fiscal confesado y corrupción en los negocios, amén de a media familia cuestionada por ponerse las botas en pandemia y fuera de ella, dando lecciones de ética a grito pelado. Pues no les resultaba suficiente: este lunes hemos desayunado con un artículo de Jorge Fernández Díaz titulado ¿Mafia o democracia? donde el exministro carga contra todo el PSOE, contra Pedro Sánchez y hasta contra el PNV, y sin ponerse colorado siquiera. Exige, por supuesto, una convocatoria de elecciones generales inmediata. Él, el mismo Fernández Díaz que ni se molestó en dimitir tras destaparse en Público el escándalo de las cloacas de Interior y hubo que echarlo en 2018, por pura higiene democrática, junto a todo el Gobierno del PP con una moción de censura a Rajoy. En algo, sin embargo, estamos de acuerdo con lo escrito (que no ejercido) por el exministro del PP y esta plumilla: la corrupción es una lacra repugnante, venga de donde venga y se mire por donde se mire; la de Fernández Díaz y sus alcantarillas, también. Apestan.
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