febrero 21, 2007

Copiado del blog Onubenses.org

El texto siguiente lo he copiado íntegro del blog ya recomendado: http://www.onubenses.org/columnistas
Subtítulo: MAREJADA. Artículo de hoy mismo. Sección: General

Paciencia

Mientras María Teresa Fernández de la Vega ofrecía tiempo para consensuar qué hacer con las casi cuatrocientas personas que ocupaban el Marine I, el empeño de Samir por romper las aguas de su madre no daba tregua.
Samir no entiende de acuerdos internacionales ni de más frontera que la que le separa del mundo real en forma de cordón umbilical. Samir empuja su cuerpo contra la tierra, que no es tierra, que es madera encharcada de sal fría, madera invadida por otros cuerpos gigantes hacinados contra el mar. Samir no espera, no sabe de acuerdos de la ONU y nacerá rompiendo las olas de su madre y las de la mar implacable. El pequeñísimo cuerpo de Samir será rompeolas de sus propios sueños y de las ilusiones de la mujer que lo expulsa sin poder impedirlo entre gritos contenidos mientras reza a Shiva plegarias de impotencia. Mujer sin escapatoria. Mujer que muere queriendo frenar la vida que empuja desde su vientre ocupado. La carne no espera.Samir no entiende el significado de la palabra paciencia, pero su madre la ingirió y vivió con ella durante toda la travesía que la trajera a parir en alta mar, frente a las costas del abandono y el desamparo. Samir no conocerá nunca a quienes dirigen los países ni a quienes articulan las leyes que le impiden un nacimiento digno a él y un parto entre sábanas a su madre. Tampoco llegará a ver nunca la publicación de los estatutos para la igualdad de los pueblos.
Mientras las horas son más cortas que los minutos a ritmo de tres por cuatro y samba marismeña entre caderas imparables y tambores desbocados, los minutos son horas en un almacén de Mauritania en el que Sankara juega a tirar un zapato contra la pared y volver a recogerlo, sin tener ni idea de a qué puerto le llevarán ahora ni si el espíritu de las leyes entiende de sueños resquebrajados. Doscientos treinta náufragos tendidos sobre el tedio de la frustración y el desconcierto, se pasan el tiempo de uno a otro sin querer rozarlo siquiera. Las horas se espesan como cemento, se condensan, se multiplican, se dividen, se hacen insoportablemente ásperas. Sankara piensa que el tiempo es un fraude, que les vendieron horas de sesenta minutos y éstas llevan más de trescientos y son lentos, densos, monocordes, vacíos, desesperanzados, grises, monótonos, pesados.Mientras el mundo bailaba a compás del carnaval, del Estatuto para la solidaridad y de los escaqueos de las presidencias gubernamentales, había un barco a la deriva encallado en un gran almacén humano pidiendo auxilio.Respetada desde tiempo inmemorial incluso por los más desalmados piratas, la prestación de socorro en los mares del sur es vergonzosamente eludida desde las tierras del norte.

Firmado por: María Gómez Martínez, IslaMaría

2 comentarios:

ralero dijo...

Es magnífico, ¿verdad?, Paquita, el artículo que ha colgado hoy maría. Pues se los conozco mejores. Y es que maría, además de una gran poeta, y aunque no se crea que tiene alas, es un verdadero ángel. Yo lo sé, algunas veces miro al cielo y, por fortuna, está allí.

Un abrazo
Rafa

Anónimo dijo...

Una delicia, Paquita.
Epv