Anticapitalistas: Las compañeras Teresa Rodríguez y Rommy Arce desarrollan los argumentos que explican que el próximo 20D hay que apostar por quitarle el poder al IBEX 35. Sólo así podremos dotarnos de las herramientas necesarias para construir una sociedad verdaderamente democrática que derribe los muros de las instituciones y en la que la mayoría social se represente a sí misma.
"Se consiguieron mejoras importantes, pero el poder efectivo, el que está detrás de los focos, quedó intacto", señalan las autoras
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Quienes firmamos este artículo formamos parte de una
generación que no vivió ni padeció la Transición y el “desencanto”
posterior. Pero sí hemos sufrido sus consecuencias. Durante largos años
hemos escuchado discursos y relatos sobre ese desencanto, sobre la
frustración de las oportunidades perdidas, sobre las derrotas políticas y
sociales de antaño, sobre las claudicaciones y las impotencias de
entonces. Por suerte, hay otra herencia, muchas veces oculta,
subterránea, de luchas, batallas, huelgas, que no tiene mucho que ver
con las medallas que se cuelgan algunos “progres” reconvertidos por
correr ante los grises, que consiguió muchas cosas. Cosas concretas:
derechos, mejoras en las vida cotidiana. Esa parte de la historia vivida
por gente humilde capaz de soñar cosas reales no se cuenta muy a
menudo, porque al final quienes vencieron fueron los de siempre. Se
consiguieron mejoras importantes, pero el poder efectivo, el que está
detrás de los focos, quedó intacto.
Nos negamos a ser
parte de un 'revival' lastimoso de la Historia. Nos negamos a asumir
que esta vez va a cambiar algo para que todo siga igual. Queremos
mejoras concretas, pero queremos que no queden intactas las relaciones
económicas y políticas estructurales, de poder, que permiten que unos
pocos se apropien de la riqueza de los que viven de sus manos. Hoy, las
oportunidades que abrieron el conjunto de movilizaciones y luchas
sociales que se iniciaron con el 15-M (mucho más determinantes en la
crisis de régimen que los propios efectos de la crisis económica o la
corrupción) siguen operando, aunque de forma más limitada. Es por ello
que las próximas elecciones del 20D nos jugamos mucho: mantener y
profundizar el escenario de inestabilidad política o, por el contrario,
transitar hacia un reajuste por arriba que cierre las opciones de
transformación que se han expresado en las calles en los últimos años.
Queremos que no queden intactas las relaciones económicas y políticas estructurales, de poder, que permiten que unos pocos se apropien de la riqueza
Creemos que ante estas elecciones hay dos riesgos que
nos pueden atenazar. Desde arriba, la amenaza de la regeneración
fantasma con nuevos y viejos actores al servicio de los intereses de las
élites, de una reforma constitucional incompleta e insuficiente que nos
aleje del objetivo de abrir procesos constituyentes donde podamos
discutir sobre todo y abrir todos los grilletes. Por abajo, un clima de
resignación que vaya cubriendo el escenario de una parálisis en la
movilización social que no ayude a un proyecto de cambio para los y las
de abajo. Un estado de ánimo que trate de repetirnos que no es posible,
que no se puede. Ante ambas amenazas nos rebelamos. Somos conscientes de
los errores propios y los aciertos ajenos en la disputa política de los
últimos meses.
En esos errores, de hecho, podemos
encontrar los efectos del trabajo sistemático por tratar de liquidar ese
estado de ánimo colectivo que impulsó la idea de cambio inmediato. Pero
no es tiempo de lamentos. Ya llegará el tiempo de los balances, de los
debates estratégicos ante los nuevos escenarios por venir. Hoy, como
ayer, toca apostar por seguir profundizando en la inestabilidad del
desorden corrupto y austericida imperante. Y esa inestabilidad pasa por
la derrota del IBEX-35 y sus partidos (PP, PSOE y C's) porque no hay
espacio para la conciliación con quienes han ejercido de pirómanos y
saqueadores de derechos. En esta campaña, por tanto, toca dividir el
espacio: frente a los mayordomos de los ricos hay que confrontar con la
auto-organización popular de quienes sufren la precariedad, la
explotación o el exilio. Tengamos memoria: el PP y el PSOE dicen una
cosa en campaña electoral y luego hacen otra cuando gobiernan. Que nadie
se crea sus mentiras. Que nadie se olvide que son ellos los
responsables de que haya 6 millones de desempleados y desempleadas, que
los grandes empresarios ganen más con la crisis, que muchos pequeños
negocios han cerrado porque sólo se beneficia a las grandes
multinacionales, que los salarios han bajado, que la sanidad y la
educación se han precarizado para pagar la deuda aunque sigan
funcionando gracias al esfuerzo de miles de profesionales, que aquí se
ha robado con impunidad. Nosotras planteamos que todo esto tiene que
acabarse porque podemos. Nos indignamos porque tenemos que hacerlo.
Sabemos que no va a ser fácil, no prometemos por prometer: solo pedimos
que no se olvide nadie de lo que han hecho las élites políticas y
económicas mafiosas y explotadoras que han saqueado este país.
Podemos sigue siendo quien mejor encarna las posibilidades de derrotar
al pasado y ganar las instituciones para la gente de abajo. Por fortuna,
otros actores acompañan este proceso. La candidatura que impulsa
Barcelona en Común o la dinámica unitaria en Galicia son expresiones de
la posibilidad de conformar un sujeto electoral potente, diverso,
plural. Esta multiplicidad de actores y experiencias, más allá del
equilibrio inestable que siempre implican, pueden ser un mecanismo
fundamental para acercarnos al necesario éxito en lo electoral. Pero
sabemos que eso solo no basta. La experiencia griega muestra los límites
al cambio que establecen las actuales instituciones. O los recientes
sucesos en Portugal y el golpe de Estado parlamentario de la derecha
muestran cómo el conflicto sigue operando más allá de los resultados
electorales. Es en la disputa política (en todas sus dimensiones) y en
la lucha social donde se sigue dirimiendo la guerra social de la minoría
privilegiada y la mayoría social, de intereses antagónicos.
Por eso creemos que el 20D es un hito fundamental que, en gran medida,
va a delimitar el terreno de juego de la acción política, de las luchas
sociales en el próximo periodo, de las posibilidades de que se nos
escuche, de lograr conquistar mejoras para la gente. Pero va a haber
vida más allá de la contienda electoral. Si queremos “ganar” en un
sentido de la profundización democrática necesaria (lo cual, como decía
Pablo Iglesias, implica expropiar el poder de los pocos para dárselo a
los más) debemos ganar en todos los ámbitos donde hay disputa por el
poder. Y eso pasa por ganar los necesarios combates de ideas y revertir
la hegemonía dominante en ese terreno. Pero también pasa por ganar en
todos los espacios donde se expresa el conflicto social. Ganar ahora,
por tanto, en lo electoral, en lo político y en lo social. Ganar, en
definitiva, para sacudirnos el miedo, para algo tan simple como que todo
el mundo pueda tener una vida digna, sin estar atenazados y atenazadas
por el miedo a la pobreza, a los desahucios, al exilio económico, al
paro. Estamos convencidas de que la justicia social es algo
innegociable, que no hay excusas. El 20D salimos a ganar, en definitiva,
para sacudirnos el miedo, para construir el nuevo escenario de lo
común.
*Teresa Rodríguez y Rommy Arce son militantes de Anticapitalistas
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