Rafa León · 15/4/2018
Suben a media tarde
una montaña inhóspita.
Dos bandos, de uniforme,
todos lejos de casa.
Unos huyen, los otros
les dan caza.
Se caen, se hieren, todos
se caen y, de inmediato,
les va la vida en ello,
sin fuerzas, magullados,
sangrando, se levantan.
Sienten miedo, pavor;
los unos y los otros
comienzan a pensar
que no van a contarlo.
Al del al lado, un muchacho
de apenas 20 años,
un mocetón nacido
en Texas, una bala
le ha perforado el hígado.
"¿Voy a morir, Sargento?"
"No, tranquilo, chaval,
pronto estarás en casa."
"¡MORID, HIJOS DE PUTAAAAA!"
Van por una montaña
desconocida, huyendo
los unos, y los otros
a su caza; no saben
el porqué, los motivos
-no es nada personal-,
pero se están matando.
AÑADIDO a las 21h. 30´: Rafa León
Hay
que ser mala persona e hijo de un gran súcubo chupapollas del infierno
para llevar toda la puñetera vida arremetiendo contra la Venezuela
bolivariana, con sus cosas buenas y sus cosas malas, y ni ayer ni mañana
ni ahora, en este mismo instante, decir ni mu e incluso venir a tratar
de justificar con nauseabundas falacias el genocidio que el estado
fascista y terrorista de Israel lleva décadas perpetrando contra el
pueblo palestino. ¿Dónde están ahora los mamarrachos de Albert Rivera,
Ana Rosa Quintana o Rafael Hernando? Yo a todos estos los desprecio y
maldigo y les deseo el mismo triste destino que vienen sufriendo desde
que el mundo es mundo los masacrados.
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