George Gonzalo · 4/6/2018
Almudena Grandes-> Magistral
Todo lo que ha hecho bien Sánchez lo ha hecho mal Rivera
Le bastaría con hacer cuatro cosas bien. Regenerar la radiotelevisión pública. Derogar la ley mordaza. Reunirse con el movimiento feminista para impulsar una agenda de medidas básicas. Sentarse a negociar con el president de la Generalitat dentro de la ley, pero sentarse. Con unos pocos meses, Sánchez tendría tiempo de sobra para desarrollar estas iniciativas. Mientras tanto, se haría muchas fotos en Bruselas, con Merkel, con Macron, con Juncker, para desprenderse de su imagen de perdedor. Y así, podría convocar elecciones en unas condiciones tan ventajosas como nadie se habría atrevido a soñar hace unas semanas. Pero esto no es todo. El principal beneficio de la magistral jugada que, en mi opinión, ha sido esta moción de censura, no tiene que ver con el PSOE, sino con Ciudadanos. Porque todo lo que ha hecho bien Sánchez lo ha hecho mal Rivera. El único partido que ha apoyado a Rajoy en su agonía y no ha percibido que la sentencia de la Gürtel desencadenaba una emergencia democrática sin precedentes, y no ha entendido que Sánchez ha llegado a La Moncloa gracias a la corrupción del PP y no a las alianzas que ha sido capaz de entablar, ya no puede aspirar a pescar votos en los caladeros de una izquierda tan ilusionada hoy como un niño con zapatos nuevos. Si Sánchez hace tres o cuatro cosas bien, y no es difícil, esta moción consagrará a Ciudadanos como el simple recambio del partido más corrupto de la historia democrática de España, y punto. La gran esperanza blanca desteñirá mientras la leyenda del perdedor que se crece en la adversidad, agrandándose en proporción a las dificultades que le acechan, triunfará rotundamente. Lo mejor que se le puede desear a Sánchez es que no se lo pongan fácil. Y eso tampoco es difícil.
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Todo lo que ha hecho bien Sánchez lo ha hecho mal Rivera
Le bastaría con hacer cuatro cosas bien. Regenerar la radiotelevisión pública. Derogar la ley mordaza. Reunirse con el movimiento feminista para impulsar una agenda de medidas básicas. Sentarse a negociar con el president de la Generalitat dentro de la ley, pero sentarse. Con unos pocos meses, Sánchez tendría tiempo de sobra para desarrollar estas iniciativas. Mientras tanto, se haría muchas fotos en Bruselas, con Merkel, con Macron, con Juncker, para desprenderse de su imagen de perdedor. Y así, podría convocar elecciones en unas condiciones tan ventajosas como nadie se habría atrevido a soñar hace unas semanas. Pero esto no es todo. El principal beneficio de la magistral jugada que, en mi opinión, ha sido esta moción de censura, no tiene que ver con el PSOE, sino con Ciudadanos. Porque todo lo que ha hecho bien Sánchez lo ha hecho mal Rivera. El único partido que ha apoyado a Rajoy en su agonía y no ha percibido que la sentencia de la Gürtel desencadenaba una emergencia democrática sin precedentes, y no ha entendido que Sánchez ha llegado a La Moncloa gracias a la corrupción del PP y no a las alianzas que ha sido capaz de entablar, ya no puede aspirar a pescar votos en los caladeros de una izquierda tan ilusionada hoy como un niño con zapatos nuevos. Si Sánchez hace tres o cuatro cosas bien, y no es difícil, esta moción consagrará a Ciudadanos como el simple recambio del partido más corrupto de la historia democrática de España, y punto. La gran esperanza blanca desteñirá mientras la leyenda del perdedor que se crece en la adversidad, agrandándose en proporción a las dificultades que le acechan, triunfará rotundamente. Lo mejor que se le puede desear a Sánchez es que no se lo pongan fácil. Y eso tampoco es difícil.
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