agosto 16, 2018

Mestre: "No hay poema más bello que la canción de los mineros en el amanecer de una noche de huelga"

Juan Carlos Mestre acaba de publicar ‘Museo de la clase obrera’, un "viaje a la dignidad del humilde, un rescate de entre los escombros del rostro anónimo de las víctimas" 
https://www.lanuevacronica.com/mestre-no-hay-poema-mas-bello-que-la-cancion-de-los-mineros-en-el-amanecer-de-una-noche-de-huelga  Fulgencio Fernández | 15/07/2018

Juan Carlos Mestre, militante de la palabra, ha llegado al libro hacia el que llevaba años caminando, ‘Museo de la clase obrera’ (Calambur). Con el hombre de las frases largas y contundentes intentamos el imposible, unas pocas palabras a cada pregunta.

Un museo para la clase obrera.
– ¿A quién mejor? Las estrellas para quien las trabaja.

Un viaje a lo peor del siglo XX.
– Es lo que nos dejó el siglo.

¿Por qué elige los escombros?
– Solo desde los escombros de las teorías fallidas se pueden reconocer las raíces del error y del fracaso.

¿No es mejor olvidar?
– Los hechos ominosos de la historia jamás deben ser sustancias del olvido.

¿Para qué recordar?
– Son señalizaciones que advierten del peligro, índices de cuanto fue lo execrable, lo imprescriptible de todos los crímenes contra la humanidad.

¿Quiénes son las víctimas olvidadas del siglo XX?
– Los que ya solo viven en el aire, los antepasados del gran sueño de la esperanza, aquellos que bajo la tachadura del autoritarismo siguen personificándose hoy en la multitud de víctimas.

Los muertos en las cunetas.
– Es un gran drama. La dignidad de las personas debe ser preservada aun estando muertos, por el imperativo categórico de la memoria.

En el museo obrero estará su padre, panadero en Villafranca, la tierra de los poetas y los músicos.
– Poetas, músicos, fotógrafos... y panaderos, y campesinos...

¿Cómo era el panadero Mestre?
– Un padre que madruga para amasar el agua con la harina, que prende fuego a un horno de urces, que cuida con esmero lo que hace, de la mejor manera que sabe, intentando hacer el mejor pan día a día, toda la vida, es una fundación de conducta, de honradez, de humilde ejemplaridad.

¿Orgulloso de aquella panadería y de aquel panadero?
– Por supuesto. Una panadería no es una fábrica de revólveres. 

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