En las últimas noches de los días de mi padre,
cuando ya el calcio viajaba
cual sigiloso asesino
hacia la muerte del pensamiento,
la televisión morfina narcotizaba la espera.
Un automóvil cruzó la pantalla.
Una mano pájaro en diagonal.
Una voz seductora quebró el silencio.
"Si volvieras a nacer,
¿qué te gustaría ser?"
Atravesó una descarga
desde su mano a la mía,
rayo mudo abrasador.
Vino el niño que un día fue
a sentarse con nosotros;
el joven que antes saltaba
desde las nubes al mar;
el hombre, vino el hombre,
la pasión y la pareja
y la vida rezumante por los ojos.
La noche seguía abismo y callada.
De repente, un susurro:
"tu padre".
Mi mirada interrogante y su esfuerzo
desde la paz y la sonrisa:
"si volviera a nacer
me gustaría ser
tu padre".
Cuando en los insomnios quedo a solas con mis fantasmas,
vuelvo a ver la mano pájaro.
Y vuelvo a escuchar su voz.
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Una mano pájaro en diagonal.
Una voz seductora quebró el silencio.
"Si volvieras a nacer,
¿qué te gustaría ser?"
Atravesó una descarga
desde su mano a la mía,
rayo mudo abrasador.
Vino el niño que un día fue
a sentarse con nosotros;
el joven que antes saltaba
desde las nubes al mar;
el hombre, vino el hombre,
la pasión y la pareja
y la vida rezumante por los ojos.
La noche seguía abismo y callada.
De repente, un susurro:
"tu padre".
Mi mirada interrogante y su esfuerzo
desde la paz y la sonrisa:
"si volviera a nacer
me gustaría ser
tu padre".
Cuando en los insomnios quedo a solas con mis fantasmas,
vuelvo a ver la mano pájaro.
Y vuelvo a escuchar su voz.
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