Pep Castelló · pagina12.com.ar: LA PATAGONIA REBELDE EN FEMENINO
“¡Conchudas!”, nos gritan desde un auto que pasa veloz al lado nuestro. Y
el grito resuena frente a las vallas que rodean como gran corralito a
la Plaza Independencia, la que está frente a la municipalidad de Trelew,
cercada el jueves para que ninguna de las alrededor de 50 mil mujeres
que llegaron a esta ciudad para participar del 33° ENM se pueda sentar
en su césped bien cortado y cuidado, a matear en clave feminista. La
medianoche del sábado va quedando atrás y volvemos para el departamento,
donde nos alojamos, después de una cena con amigas y una larga jornada
de trabajo. No llevamos a la vista ningún símbolo feminista. Los
pañuelos verdes quedaron guardados. Podríamos volver de una cena en un
restaurante de Palermo. Pero esta ciudad patagónica está poblada de
mujeres foráneas, de todas las generaciones, que caminan por las calles
como nunca antes se vio, en una noche fría. “Conchudas nos dijeron”,
repetimos y nos reímos a carcajadas, por la sorpresa del insulto, porque
finalmente nos causa mucha gracia: como un ring raje. El insulto y el
raje. El insulto cobarde y la escapada fugaz. Nosotras caminamos. Ellos
–porque eran varios machirulos– van en auto.
(...) ntimidar con la palabra conchuda a dos mujeres, a las dos mujeres,
muestra que el acoso callejero no es una cuestión de deseo, de belleza o
de seducción. No se trata de cuerpos que gustan, sino de cuerpos que
interpelan, no se tratan de cuerpos que se buscan, sino que asustan y
que se busca asustar. Echar a las conchudas como a las brujas que pueden
revolver en su propio centro el hechizo que haga que otras dejen de ser
objetos de miradas para empezar a mirar el mundo con su propio ser.
El insulto busca –igual que el acoso, y que los piedrazos–, dar miedo. (...)
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