Hasta
los analistas más aficionados a la desastrología han comenzado a
reconocer lo que las encuestas dicen, y han tenido que matizar sus
auspicios apocalípticos: que la izquierda por separado, diversa, recoge
más votos que "unida". La izquierda suele ser una posición moral además
de ideológica, y por ello con un alto grado de diversidad. Cuando se
fuerza un unión artificial, instrumental, se producen polarizaciones,
odios africanos, mala educación y hasta barbarie. Por contr
a,
cuando aumentan las opciones, la gente tiene más incentivos para ir a
votar por una mayor cercanía con una opción. El mito de la unión es,
desgraciadamente, una mutación de lo que no es más que una cuestión
instrumental derivada de una ley injusta en una cuestión ideológica
parecida al lema del Anillo de Sauron. Reconozcamos que la izquierda
siempre estuvo desunida y que cuando estuvo unida fue porque una de las
partes eliminó física o políticamente a las otras. No es en las
estructuras burocráticas donde hay que forzar la unión, donde hay que
buscarla es en el frente diario, en los pactos postelectorales, en la
acción y resistencia. Puedo equivocarme, claro, pero esto sería una
conclusión apoyada por los estudios de psicología social de grupos (no
estaría de más leer algo de psicología de grupos y menos a Lacan y a
Lenin).
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