Paquita Caminante · eldiario.es Pol Pareja - 15/06/2019
"La muerte nos rondaba, la sentía tan cerca...", rememora este farmacéutico que luchó en el bando republicano
"Fssst fsst", "brrum". La prodigiosa memoria de Josep
Sala (Barcelona, 1919) está repleta de onomatopeyas e imágenes para
olvidar. Las balas de ametralladora silbando a pocos metros de su
cabeza. Los morteros explotando a su lado. Las piernas colgando de un
compañero, todavía vivo, tras ser bombardeados por un avión del bando
nacional. El olor a heces y la insalubridad de los campos de
concentración.
A sus casi cien años, Sala lo rememora
ahora con precisión y detalles, pero no siempre fue así. Durante
décadas, apenas habló con nadie de su periplo de más de tres años por el
frente de la Guerra Civil, los campos de concentración franquistas y
los trabajos forzados por toda España y el Norte de África.
Su aventura empezó en marzo de 1938, cuando tenía solo 18
años. "A esa edad te piensas que te vas a conquistar algo, estás
emocionado", recuerda este catalán nacido en el Raval de Barcelona.
Sala, integrante de la llamada Quinta del Biberón, tardaría pocos meses
en descubrir lo que era la Guerra Civil y ser prisionero del franquismo.
"Me robaron hasta la personalidad, no éramos ni siquiera un número",
rememora pesaroso. "No éramos nada".
La historia de
Sala y del millón de españoles que pasaron por estos campos franquistas
es una de las que faltaban por contar de la Guerra Civil. El periodista y
colaborador de eldiario.es Carlos Hernández la detalla ahora en Los campos de concentración de Franco (Ediciones B), un libro que documenta, mediante archivos y testimonios de supervivientes, la existencia de hasta 296 campos de concentración franquistas -un 50% más de lo que se había calculado hasta ahora-. Según Hernández, en esos centros pudieron morir más de 10.000 presos.
Sala
pasó por un campo de concentración en Zaragoza y después fue trasladado
a los campos de Santa Ana y San Marcos, ambos en la ciudad de León. En
este último lugar, convertido hoy en un lujoso Parador,
conoció lo peor de la condición humana. "La muerte nos rondaba, la
sentía tan cerca...", rememora este anciano de ojos azules, frondoso
pelo gris y tez arrugada. Sala recuerda con todo lujo de detalles el
frío, el miedo, la falta de comida -"nos daban dos trozos de pan al
día"- y la desconfianza que corría entre los presos. "Yo apenas hablaba,
por eso creo que sobreviví", remacha (...)
¿Por qué apenas se ha hablado de los campos de concentración franquistas? Sala cree que durante la Transición se pactó dejar de lado la existencia de estos lugares, por donde pasaron entre 700.000 y un millón de presos. "Era un tema susceptible y en muchos campos había curas", opina. "La Iglesia fue partícipe de todo esto", añade. Hernández, el autor del libro, señalaba en una reciente entrevista con eldiario.es que la represión franquista fue tan grande que estos campos de concentración quedaron olvidados (...)
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