Recibido de Blas Mendiola M. el 27/3/2021
Alzo la vista de repente, reclamado
por el más minúsculo de tus gestos,
las yemas rozando el cuello bajo la nuca,
persiguiendo el dibujo de algún lunar,
mientras la noche va desollando los muros
y la obviedad se filtra por las costuras
de nuestro frágil simulacro,
y tú y yo a solas, por fin, fingimos no conocernos,
desnudando la mirada, con la voz de puntillas,
jugando a hacer chocar nuestras memorias, desafiantes,
quizás a punto de besarnos como extraños,
de tocarnos con temor, reverenciosos,
como el que palpa secretamente un amuleto,
reencontrando con alivio su relieve:
grumos de luz incrustándose en los dedos,
tanta suerte, tanta muerte en los bolsillos.
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