La corrupción no era un “mal” del estado franquista, era constitutiva y necesaria para su propia supervivencia, creaba lazos de solidaridad obligada entre los corruptos y quienes la consentían. Por Lucio Martínez Pereda
La corrupción en el Partido Popular no es únicamente una forma de financiación ilegal o un hábito estructural, es también un modus vivendi que conforma su identidad desde su origen y un elemento que constituye su esencia ligándolo a su pasado franquista.
La corrupción no era un “mal” del estado franquista, era constitutiva y necesaria para su propia supervivencia, creaba lazos de solidaridad obligada entre los corruptos y quienes la consentían. Esta distribución de privilegios y castigos no fue caprichosa. Obedecía a una táctica de asentamiento del poder. Franco fue un maestro en la manipulación de la codicia de sus partidarios, veía en la corrupción un instrumento de gobierno. Gestionada por la vía del clientelismo servía para crear las complicidades que cimentaron el orden social, pero también para sostener la propia estabilidad del régimen.
La corrupción existe- de hecho o como horizonte potencial- en todos los partidos políticos españoles, pero en caso de ser perseguida interna y profundamente , únicamente produciría la desaparición del Partido Popular.
En el fondo y aunque no lo admitan, ya que no pueden, todos los que se acercan al Partido Popular tienen tácitamente una concepción patrimonialista del estado y del dinero que los ciudadanos entregan para su funcionamiento.
Como consecuencia de esa concepcion patrimonialista de lo público los cargos políticos del Partido Popular asimilaron en el ámbito familiar un conocimiento de transmisión generacional sobre el repertorio de astucias y cautelas necesarias para ocultar la corrupción. Heredaron y aprendieron a crear carteras relacionales de intercambio de favores , entraron en contacto con las argucias de elusión de controles e inspecciones para poner los fondos económicos y los medios de poder del estado al servicio de sus intereses personales. Compraron con dinero y regalos los resultados de las oposiciones de ingreso en la administración, las concesiones de licencias administrativas, la contratación de las obras públicas, la compra de material de la administración civil, sanitaria y el ejército, las licencias para la gestión privada de productos estancados, las sentencias judiciales, la tramitación de expedientes de autorización de transportes públicos.
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