Raquel Ejerique 12 de diciembre de 2023
El engaño a niños para sonsacarles fotos o vídeos íntimos en redes sociales con los que chantajearles está en preocupante aumento, amparado por la falta de educación sexual y tecnológica. El material suele acabar en la 'dark web' y es irrecuperable
— Las víctimas presionan a la UE para que la ley contra el abuso sexual incluya el escaneo online contra la pornografía infantil
Ilustración de Cinta Fosch
El pasado mes de septiembre, un agente de la Policía Local de Málaga llegó a un centro escolar de la carretera de Cádiz para explicar durante una hora al alumnado los peligros de fiarse de gente desconocida en los chats y entablar con ellos conversaciones sexuales para intercambiarse fotos y vídeos.
Cuando acabó la charla, dos chicas se acercaron y le contaron que tenían una amiga a la que le había pasado. “¿Seguro que es una amiga?”, preguntó este agente. Al tirar del hilo, resultó que un hombre de 37 años de un pueblo de Sevilla había intentado engañar a 30 alumnos del centro haciéndose pasar por un niño para obtener material sexual. Tenía en su móvil el contacto de más de 100 menores y fue detenido gracias a la colaboración del propio alumnado. Este presunto pederasta había llegado a quedar en el mundo físico con una chica de 14 años.
La práctica de contactar y embaucar a menores con objetivos sexuales se llama grooming y está penada con de uno a tres años de prisión, a los que se les puede añadir otras penas si el engaño da resultado y el acusado logra hacerse con material, distribuirlo o agredir sexualmente a la víctima. Es la puerta de entrada para otros delitos y muchas veces se alimenta de las amenazas con publicar ese material íntimo. “A estos chicos y chicas hay que abrirles los ojos y decirles que deben tener cuidado a quien le pasan cosas íntimas, porque somos vulnerables”, explica Faustino Aguilar, inspector de la Policía Local de Málaga, un cuerpo que lleva 13 años organizando charlas para menores y jóvenes. “Los chavales son muy proactivos, el problema es que los padres no les hablan de estas cosas, ni tampoco lo suelen hacer los profesores. Entonces llegan policías simpáticos, les planteamos participar y se abren, aunque suelen contar sus propias experiencias enmascaradas en el famoso ‘tengo un amigo’”.
El repositorio de sentencias dictadas en España es una ventana por la que asomarse a los peligros reales de usar los móviles sin formación o concienciación tecnológica ni sexual. Por ejemplo, una sentencia de julio de este año relata cómo un entrenador de fútbol sala, ahora condenado a 9 años de prisión por diversos delitos, envió a un chico de 14 años mensajes y fotos de una mujer haciéndose pasar por “Elvira”. A cambio, esta supuesta chica le pidió fotos al chico mostrando el pene. Cuando el menor quiso parar el intercambio con ella, el entrenador le amenazó diciéndole “que tenía conocimiento de lo sucedido (...) con Elvira. Movido por el propósito de satisfacer sus deseos sexuales, le comentó que Elvira estaba muy cabreada, por lo que el menor volvió a ponerse en contacto por Whatsapp con la supuesta Elvira, quien le dijo que si no quería que difundiera las fotos tenía que hacer cosas” con el pederasta, “a lo que el menor accedió con el fin de que le dejara tranquilo”, refleja la sentencia. El hombre estuvo chantajeándole en más ocasiones hasta que el chico descubrió que Elvira era un personaje inventado desde otro teléfono del agresor. Para entonces, habían pasado semanas de calvario y secuelas que quedarán para siempre (...)
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El repositorio de sentencias dictadas en España es una ventana por la que asomarse a los peligros reales de usar los móviles sin formación o concienciación tecnológica ni sexual. Por ejemplo, una sentencia de julio de este año relata cómo un entrenador de fútbol sala, ahora condenado a 9 años de prisión por diversos delitos, envió a un chico de 14 años mensajes y fotos de una mujer haciéndose pasar por “Elvira”. A cambio, esta supuesta chica le pidió fotos al chico mostrando el pene. Cuando el menor quiso parar el intercambio con ella, el entrenador le amenazó diciéndole “que tenía conocimiento de lo sucedido (...) con Elvira. Movido por el propósito de satisfacer sus deseos sexuales, le comentó que Elvira estaba muy cabreada, por lo que el menor volvió a ponerse en contacto por Whatsapp con la supuesta Elvira, quien le dijo que si no quería que difundiera las fotos tenía que hacer cosas” con el pederasta, “a lo que el menor accedió con el fin de que le dejara tranquilo”, refleja la sentencia. El hombre estuvo chantajeándole en más ocasiones hasta que el chico descubrió que Elvira era un personaje inventado desde otro teléfono del agresor. Para entonces, habían pasado semanas de calvario y secuelas que quedarán para siempre.
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