La
condena de 3 años y medio de cárcel al rapero Valtonyc es la
demostración de las carencias democráticas de España. El Estado,
triunfante y henchido de orgullo tras el descalabro del Procés catalán,
se dispone a eliminar todo aquello que huela a disidencia. Hace 4 años,
fueron los internautas detenidos por la Guardia Civil y condenados a
penas de cárcel inferiores a 2 años por delitos de apología del
terrorismo por Internet (en muchos casos, bastaba un Gora Eta en
Facebook
o compartir fotos de los presos
de la banda terrorista). Ahora es Valtonyc. El día de mañana,
probablemente el rapero Pablo Hásel, acusado por delitos semejantes y
condenado ya en 2014, será enviado a la cárcel por un período entre 5 y
12 años. ¿Y después? Después, quién sabe. Tú, o yo, o cualquiera que
crea, ingenuamente, que la libertad de expresión es un derecho real y no
una frase cada vez más hueca, cada vez más débil, incapaz de
protegernos en nuestra deficitaria democracia.
Asco. Asco y vergüenza.
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