septiembre 22, 2018

El sufrimiento, las lágrimas, las torturas, el miedo, y la represión no prescriben

Marisa Peña ·  27/8/2018
Que en España murió Franco pero no el franquismo, y que el régimen lo dejó todo atado y bien atado para orquestar lo que venía y evitar que se hiciera justicia o se limpiaran las cloacas, eso era "vox populi" entre mucha gente,gente que luchó contra el franquismo y que observaba esa operación de maquillaje y nuevo look que fue la sacrosanta transición. Entre aquellos descreídos que contemplaban decepcionados cómo los yugos y las flechas se tapaban con deslumbrantes luces de neón, cómo las camisas pardas se cambiaban por chaquetas de pana, cómo se cantaba libertad sin ira y si no la hay pues ya la habrá, y cómo se renunciaba a la República y se la escondía con vergüenza y miedo( entarrándola de nuevo bajo el delfín de Franco, porque era lo mejor), entre aquellos radicales ( viejos y molestos luchadores antifascistas) a los que se les pedía olvido sin pedirles perdón, estaba mi familia.Víctimas del franquismo, luchadores antifranquistas en la clandestinidad, guardianes de la memoria republicana, se tragaron las lágrimas y la desilusión y se dispusieron a seguir resistiendo. Esos, hija mía, no son los nuestros. Y no lo eran, abuela. No sacaron a los muertos de sus cunetas, llamaron al fascismo nacionalcatólico "el régimen anterior", cuidaron las tumbas de sus próceres, mantuvieron sus honores, sus prebendas y sus privilegios. Nos sumieron en la amnesia colectiva y cubrieron de sal la memoria republicana. Crearon un relato de bandos y equidistancia, de pasar página, de que éramos libres porque podíamos beber, cantar y ver películas porno.Se desarticuló la incipiente lucha sindical y se aprovecharon las viejas estructuras dándoles nuevos nombres .La ardua labor de educación nacionalcatólica y el franquismo sociológico no tuvieron un contrapunto pedagógico serio, ni un necesario proceso de desfranquización como el que se hizo en Alemania o en Francia. Así que nuestra democracia formal no vino acompañada de una recuperación de las libertades arrebatadas por la fuerza en 1936, sino de la transformación no traumática de la dictadura en un tardofranquismo en technicolor.
Yo no soy historiadora( aunque he estudiado historia), no soy memorialista ( aunque he leído más sobre memoria republicana que muchos) ni pertenezco a ningún partido...soy simplemente familiar de víctimas del franquismo. Víctima también, según lo consideran expertos en el trauma de violencia política que se hereda y afecta a varias generaciones. Así que no tengo por qué ser ecuánime, ni sosegada, ni rigurosa. Porque el sufrimiento, las lágrimas, las torturas, el miedo, y la represión no prescriben, no se olvidan y lo que es peor, se pudren y se infectan entre tanta infamia, tanto legalismo, tanta delicadeza y tanto pie de plomo con el franquismo, sus momumentos y sus momias.
Marisa Peña,. Enredando memoria

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