Este
mes leo y escribo sobre las distorsiones que se producen en nuestras
subjetividades en un mundo digital. En concreto, estos días discurro por
el pantanoso espacio de la posverdad. Leo los esfuerzos que hace
Eldiario.es para convencer al personal de que que los fenómenos
migratorios han bajado de intensidad (datos difundidos por Podemos con
tanto entusiasmo como poca efectividad). Son varios los periódicos que
hablan de la disminución radical de las muertes por terrorism
o
en los últimos años, pero todos los datos coinciden en que el miedo
aumenta. Puigdemont declara que él siempre pensó que ningún país iba a
reconocer a Cataluña y que lo suyo no va de nacionalismo sino de
soberanía. El NYT calcula que Donald Trump emite de media por día 16.5
falsedades o medio-verdades. Pese a la oposición de trescientos
periódicos norteamericanos y del Senado contra el odio desatado por
Trump contra la prensa, la desconfianza del votante con la prensa (87%
del votante republicano) sigue aumentando y su campaña tiene éxito.
Trump acaba de retirarle a Brennan, el anterior director de la CIA, los
derechos de acceso a la información reservada...(no sabemos si le hará
devolver todo lo que guarde en la memoria). Está claro que el evangélico
lema de la CIA "La verdad os hará libres" está dejando de funcionar.
Qué difícil es pensar la política en un mundo de posverdades.
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